Este vino, que siempre ha sabido conectar a las mil maravillas con el perfil general del consumidor del Rioja, ha ido evolucionando en los últimos años hacia la modernidad sin abandonar sus referencias clásicas. En ese paulatino progreso este 2004 representa un nuevo impulso, habiendo conseguido un empaque y una complejidad sin precedentes. Nada destaca y todo aparece en su justa medida: uvas maduras, endrinas, baya de saúco, una sutil madera, tostados, vainilla, pimienta negra, un apreciable amargor, algo de acidez, cierta dulzura, una dúctil tanicidad… matices siempre expuestos con elegancia y armonía, con enológico equilibrio.
Se compone en un 90% tempranillo y el 10% restante lo comparten mazuelo y graciano. Permaneció 18 meses en barricas de roble americano.

La nueva etapa iniciada por los Eguren en Toro no ha podido tener un comienzo más esplendoroso, valgan como testimonio sus diferentes etiquetas que personifican un sustancial cambio respecto de lo que es habitual en la zona. Se caracterizan por su enorme frutosidad, por su arrolladora personalidad y por un refinamiento sin precedentes.
Arrolladora frutosidad, frutosidad negra, se masca la uva, muy fresco, muy vital, con sensaciones a campo, hierbas... seductor. Luego aparecen valores básicos y nobles: amargor, acidez, tanicidad, calidez, siempre muy compensados y conjuntados.
100% tinta de Toro. Fermentación maloláctica en barricas nuevas de roble francés, con un posterior envejecimiento de 18 meses. 60.000 botellas.

Un vino con empaque y valores incontrovertibles. El coupage lo define: 80% Merlot y 20% Cabernet Sauvignon; ahí es nada. Muy frutal, con recuerdos a moras, también a flores, violetas, así como suavemente especiado, quizás vainilla y un deje balsámico. Se aprecia una primera sensación dulzona, con un perfecto equilibrio entre la fruta y la madera, un toque amargo y un tanino redondo. De principio a final muy noble, integrado y amable; ciertamente elegante. Su crianza en roble francés fue de 14 meses.

Potente nariz, con intensa frutosidad, moras y ciruela, además de regaliz, a la que siguen notas derivadas de una selecta madera, como tostados, especias, sobresaliendo la canela. La uva se impone, a su vez, en el paladar, donde se muestra goloso, fresco, tánico y balsámico. Compacto. Resulta también carnoso. En fin, se aprecia la calidad de la materia prima y la esmerada elaboración.
100% Tempranillo. El vino hizo la fermentación maloláctica en roble francés, para permanecer 16 meses en barricas de de idéntica procedencia, más 4 meses en tinos. Se embotelló en septiembre  de 2011.