Un albariño que cumple plenamente con lo que se espera de esta clase de vinos: fragante, frutoso, refrescante y muy grato. Aromas intensos y continuados, que deparan una primera sensación floral para identificase después con la uva, los cítricos y la manzana, atesorando complejidad, incitando a soñar. En boca se ratifican muchos de esos caracteres, sobre todo la frutosidad, que es nítidamente varietal, mostrando sabrosura y largura dentro de un estimable cuerpo. Esta entidad no es obstáculo para que invite a beber, a lo que contribuye la viveza y la acidez, muy matizada, muy sutil, muy equilibrada, igual que el amargor, en un conjunto armónico. 200.000 botellas.