Dos amigos, Cesar Pérez y Luis Jarque, procedente del marketing y la arquitectura, tuvieron un día el sueño de montar un bar. Lo hicieron realidad en abril de 2013, en una zona degradada, que con persistencia y buen hacer han acabado por convertir en un punto lleno de vida. Denotan un concepto muy abierto y cosmopolita. Cubren todas las franjar horarias: tapas, menú del día, copas…terraza, muy versátil. Llaman la atención sus croquetas y, sobre todo, su tortilla de patatas, que ha logrado colarse en la élite de la ciudad. No tiene nada de particular: responde al prototipo más extendido que se hace en España: dados de patata confitados en aceite de oliva, que han revalorizado con una indudable jugosidad. Se funde en boca impregnada de cremosidad.