Crónicas del día a día: MINA, MÁXIMA ACTUALIDAD EN BILBAO

Se ha convertido en el restaurante gourmet que pasa boca a boca en Bilbao, sito frente al mercado de La Ribera, en Muelle Marzana, s/n, con el tel. 944795938. Es propiedad de Álvaro Garrido y Lara Martín, que inauguraron en 2006, dos jóvenes plenamente coherentes con lo que sienten, piensan...con lo que quieren hacer y llegar a ser.



Crónicas del día a día: MINA, MÁXIMA ACTUALIDAD EN BILBAO

Se ha convertido en el restaurante gourmet que pasa boca a boca en Bilbao, sito frente al mercado de La Ribera, en Muelle Marzana, s/n, con el tel. 944795938. Es propiedad de Álvaro Garrido y Lara Martín, que inauguraron en 2006, dos jóvenes plenamente coherentes con lo que sienten, piensan...con lo que quieren hacer y llegar a ser.



La presse généraliste, le guide Michelin, Hollywood et Las Vegas

La crise que traverse la presse généraliste va bien au-delà de l’avènement des nouvelles technologies et de l’implantation des biens de communication sociaux. Il suffit d’écouter un débat à la radio, de regarder le journal télévisé ou de lire un article dans le New York Times, par exemple, pour se rendre compte que quand un sujet spécifique sur lequel vous travaillez ou que vous connaissez un minimum est abordé, il est généralement traité de manière assez sommaire, voire frivole, sans être guère maîtrisé, voire pas du tout.



La stampa generalista, la Michelin, Hollywood e Las Vegas.

La crisi che soffre la stampa generalista va molto più in là della comparsa delle nuove tecnologie e dell'instaurazione dei consumi sociali di comunicazione. Basta ascoltare una chiacchierata alla radio, vedere un'informazione alla televisione o leggere un articolo... nel New York Times, per esempio, per rendersi perfettamente conto che quando affrontano un tema specifico, in cui uno lavora o di cui è minimamente informato, questo viene trattato con leggerezza, e persino con frivolezza e/o ne sanno molto poco o non ne sanno assolutamente nulla.



General press, Michelin, Hollywood and Las Vegas

The crisis that the general press is suffering from goes far beyond the apparition of mere new technology and the implementation of social communications. It suffices to simply listen to a radio program, watch television or read a newspaper article (in the New York Times, for example), to realize that when they start in on a specific topic, one in which you work or are minimally informed of, they treat it with a light, even frivolous manner, or they have very little to say on the subject (read: nothing at all).



La prensa generalista, la Michelín, Hollywood y Las Vegas

La crisis que sufre la prensa generalista va mucho más allá de la aparición de las nuevas tecnologías y de la implantación de los consumos sociales de comunicación. Basta escuchar una tertulia de radio, ver una información televisiva o leer un artículo...en el New York Times, por ejemplo, para darse perfecta cuenta que cuando abordan un tema específico, en el que uno trabaja o en el está mínimamente informado, lo tratan con ligereza y hasta frivolidad y/o saben muy poco, o nada de nada.



Percebes Benz

Como siempre que pasa igual ocurre lo mismo, y las leyes de la oferta y la demanda parecen inmutables, un animal tan poco partidario de deambular por ahí como es el percebe aprovecha las fechas navideñas para hacerle compañía al besugo, extraño pez que en estas fechas abandona los cantiles de la plataforma continental en los que prefiere vivir para emular a Juan Salvador Gaviota y ponerse por las nubes.



Los sonidos de los alimentos

No cabe duda de que los alimentos cuando se ingieren proporcionan placer auditivo. El ejemplo más claro es la alternativa crujiente/crocante, aunque como en ambos conceptos es imposible separar el sonido de la textura, el goce procede tanto del oído como del tacto en la boca. La diferencia fundamental entre el crujiente y el crocante depende sobre todo de la vía que cada sensación emplea para alcanzar la cóclea: vía aérea y oído externo en el caso del crujiente y vía ósea directa desde los dientes para el crocante.



Percebes Benz

Como siempre que pasa igual ocurre lo mismo, y las leyes de la oferta y la demanda parecen inmutables, un animal tan poco partidario de deambular por ahí como es el percebe aprovecha las fechas navideñas para hacerle compañía al besugo, extraño pez que en estas fechas abandona los cantiles de la plataforma continental en los que prefiere vivir para emular a Juan Salvador Gaviota y ponerse por las nubes.
Andan los percebes del Atlántico gallego alrededor de los 300 euros (diez mil duros de los de antes) el kilo. No son, no se lo vayan a creer, el marisco que más cotiza: ese privilegio, de serlo, está reservado al camarón, que siempre se las arregla para estar unos cuantos euros por encima del percebe, tal vez porque éste es un crustáceo -raro, pero crustáceo- inmovilista, mientras que el camarón es nadador y no para quieto.
Habrá que decir que cuando hablamos de camarón no nos referimos a esas miniaturas que los gaditanos convierten en la famosa y sabrosa tortillita de camarones. No. Hablamos de camarones de aguas norteñas, de los de más de cinco y más de seis centímetros de longitud, los que en el País Vasco llaman -impropiamente- kiskillones, y decimos impropiamente porque una cosa es la quisquilla (Crangon crangon) y otra el camarón (Palaemon serratus).
Sucede que el camarón, con ser más caro, resulta más barato. Como me decía un día una de las personas que más sabe de marisco de este planeta, Alfredo Castrelo, de ese templo marisquero que es el restaurante 'El Refugio', de Oleiros, a once kilómetros de Coruña, "el camarón cunde mucho más". Le pregunté por qué, y me lo explicó de modo muy comprensible: "yo te pongo un cuarto de kilo de camarones y acabas aburrido de comer camarones; te pongo un cuarto de kilo de percebes... y no te enteras". Tiene razón.
Volvamos a los percebes, cuyo nombre científico actual parece ser 'Pollicipes pollicipes', es decir, dedo gordo del pie bis. Me gustaba más el que usábamos antes, 'Pollicipes cornucopia', que ligaba el citado dedo con el cuerno de la abundancia. Es verdad que no son baratos, sobre todo ahora; pero también es verdad que todo el mundo sabe por qué no son baratos: el riesgo que corren los percebeiros es muy alto, que los percebes suelen elegir para vivir y crecer rocas muy batidas por el mar, cosa normal si pensamos que carecen de pulmones y necesitan que el agua en la que viven sea muy rica en oxígeno, lo que ocurre en aguas muy batidas, ya digo.
Hace unos días, en el programa de mi admirado amigo Carlos Herrera, uno de sus oyentes, al hablar del precio del percebe, dijo que visto lo visto habría que hablar de 'Percebes Benz'. Me encantó el juego de palabras, que además se ajusta a la realidad, con permiso de otras prestigiosas marcas de automóviles que no riman con percebe.
No es mi marisco favorito. Y no lo es no por culpa suya, pobriño, sino por los vicios con los que se prepara y se despacha. En tiempos protohistóricos -o sea, hace cuarenta o cincuenta años- los frigoríficos no eran lo que son ahora, de modo que en cuanto cualquier marisco pasaba más de un día en casa empezaba a oler. Forma de subsanar ese vicio de los mariscos: ponerles, en el agua de cocción, laurel. Una hoja, dos hojas por kilo no dan problemas; una rama, sí. Y muchos cocineros y cocineras gallegas no es que cocinasen percebes con laurel, sino laurel con percebes... y, qué quieren que les diga, a mí el laurel en directo no me hace mucha gracia, además de que sé que es venenoso.
O sea, que el abuso del laurel me hizo alejarme de los percebes... aunque no hace mucho, en Madrid, Diego Domínguez (restaurantes 'Combarro' y 'Sanxenxo') me hizo reconciliarme con ellos. Pero es que Diego, además, es gallego, y sabe cómo hay que servir los percebes.
Lo primero, cocerlos en agua bastante salada, ya que no es fácil hacerse con agua limpia de mar. Lo segundo, dejarla hervir, echar los percebes -sin cargar la olla; es mejor, si hay muchos, hacer varias tandas-, dejar que vuelva a hervir, aguantar ese hervor algo más de un minuto y menos de dos y escurrirlos. Ponerlos en una bandeja y taparlos con un paño blanco. Y comerlos calentitos, casi quemándose los dedos con los primeros. No hagan ni caso a los libros que dicen que se comen fríos o tibios; eso es cuando llevan mucho tiempo en la bandeja, y no saben igual.
Percebes Benz... Bien tirada la comparación, sobre todo cuando el comensal está muy acostumbrado al procedimiento y funciona sin embrague, con cambio automático. Ah: y este auto no consume gasolina 98: consume albariño. Eso sí, aconsejamos un consumo responsable; pero, en este caso, sólido y líquido son una pareja perfecta.-



Los sonidos de los alimentos

No cabe duda de que los alimentos cuando se ingieren proporcionan placer auditivo. El ejemplo más claro es la alternativa crujiente/crocante, aunque como en ambos conceptos es imposible separar el sonido de la textura, el goce procede tanto del oído como del tacto en la boca. La diferencia fundamental entre el crujiente y el crocante depende sobre todo de la vía que cada sensación emplea para alcanzar la cóclea: vía aérea y oído externo en el caso del crujiente y vía ósea directa desde los dientes para el crocante.