La Tasca
La palabra tasca o taberna engloba al local modesto de comidas y bebidas, es un establecimiento abierto al público de carácter meramente popular. Así que una vez ubicados en el entorno entramos en “La Tasca” del puerto de Burriana, av. Mediterráneo nº 28 Bajo, frente al propio puerto. Nos lo había recomendado un tercero pero al llegar, nos dio respeto lo tranquilo –casi desierto- que estaba la actividad en el puerto y en las calles contiguas. Abrimos la puerta, entramos, nos sentamos y rápidamente se nos atendió con cercanía y amabilidad.
Ibamos perdidos, veníamos de una reunión tediosa, de las que en los últimos tiempos repletan nuestras agendas. El mejor momento -como no- sentarse alrededor de la mesa, actualmente uno de los pocos placeres que se puede permitir uno de vez en cuando. Local rústico y agradable, ladrillo cara vista, vigas de madera, en un mismo espacio barra cercana al cliente, escasas 7-8 mesas, plancha y cocina a la vista del público, pequeño pero acogedor, visualmente se controla todo de un vistazo, tiempos del servicio y al propio comensal.
Empezamos bien, inmejorable vino blanco Valenciano -elegante, con cuerpo, color nítido, repleto de esplendor y personalidad- Impromptu de Bodegas Hispano suizas (DO Utiel Requena). No ofrece carta, in voce todo fresco del mar a la sartén, como bien dice el buen Ricardo, comidas que terminan en cenas. Nos proponen varias alternativas y empezamos la comida:
-Ensalada valenciana producto fresco de la huerta y aromático.
-Calamares plancha, perfecto punto de acero y guiño de aliño, sabor a mar, tierno y carnoso;
-Espardeñas rebozadas, harina tamizada sin grumos, fritura justa y consistente, suficiente para sellar los jugos de este fruto de mar. Para los que no lo conozcan es una especie de pepino marino utilizado mucho en Cataluña, Baleares y Valencia. Hoy en día apreciado para recetas en alta cocina por su sabor y escasez
-Como plato final arroz del señoret: nos decantamos por este aunque con cierta dificultad en la elección, tentados con calderetas, fideuas y algún otro tipo de arroces –el de algas-. Punto de cocción óptimo, grano con ánima propia, esmerado fondo de pescado y mejor acabado visual, paella de medio dedo de grosor, arroz seco y sellado para una vez introducida la cuchara extraer un punto de melosidad que con tanto esmero quiere conseguir el cocinero –es lo que se conoce en algunas referencias de alta cocina como textura mantecada-.
-Finalizamos con copa, puro, risas, muchas risas y de postre no queremos nada, estamos saciados!!!!.
Ricardo no puede ser más original, sobre las 16.30 h. y en plena sobremesa, pasa al mercado del mar -la lonja- frente a su Tasca a escasos 50 metros, se sumerge en la subasta que debe conocer más que la distribución de su propia casa y nos trae dos delicias salvajes: unas langostas gigantes, no pienso decir la medida del crustáceo con toda rotundidad me quedaría corto, enganchados uno sobre otro, torax rígido y brillante, antenas y pinzas erectas; y una caja de langostinos tigre, rallados, frescos, acuosos, olor a marisco, color brillante y característico. Y es que Ricardo hace trampa, tiene frente a su Tasca el mejor aliado para lo que ofrece: la lonja del puerto de Burriana, mejor balcón al mar imposible. Con gran satisfacción propia y ajena debo decir que esto lo habrá disfrutado otro comensal, porque Ricardo padre e hijo, si de algo saben es de mar y de la cocina que le rodea. Ya lo anuncian en su la tarjeta de visita y en su propia web: “Caldereta para chuparte los dedos, la mejor Fideuá de Ricardo, del mar a la sartén, pescado fresco, una comida que termina en cena, los mismos de siempre, acompañado por un buen vino, los mejores momentos, comidas de dos que terminan en diez, prisa para entrar pero no para salir, siempre con el toque final de Macarena –su mujer-, comidas que no se olvidan...”.
Una vez más llegamos a la conclusión que este tipo de establecimientos, populares y cercanos, no están reñidos con la calidad del producto, buen servicio y buenas maneras culinarias, con la limpieza, el orden y el correcto proceder. Es más, me atrevería a decir, que tienen obligación de poner su propio listón alto en beneficio del local y del comensal. Di que si, pescado de temporada, mariscos y otras elaboraciones, frescura y dulzura en todo ello. Sinceramente me ha parecido un regalo del cielo. Gracias a Ricardo padre, hijo y espíritu santo marinero. Hasta la próxima familia.