Con las Manos en la Masa
Ya estará alguno pensando, mira éste ya está liado con la Política cuando esta web es de gastronomía. Bien es cierto que hace tiempo que no me da por escribir. Entre lo de Urdangarín (¿les conté que fue propietario de un restaurante?); el Bar-Cenas (curioso nombre, ¿no?); mi Presidenta la Cospe explicando el despido del anterior a lo Groucho Marx; la encantadora Carmen Martínez Bordíu que se viene pa Parla… Pues, qué quieren que les diga. Es que las noticias de gastronomía, como que, están en un segundo plano, ¿no lo creen así?
La noticia de actualidad en Toledo no es otro asesinato, ni las toneladas de droga encontradas en una nave de Yeles ; ni el secuestro expres del hijo de un millonario chino retenido en un piso de Illescas; ni que la concejala de los Yébenes (no se pierdan las perdices del restaurante Casa Apelio si les invitan a alguna cacería por la zona) deja la política por la televisión. La noticia, el notición, que diría alguno, es que el otro hijo de mi madre se “desvía” a la tele. Él sabrá; ya es mayorcito. Yo, mientras me llene el chiringuito… chitón. Recordaba al hilo de esto último la difícil conjugación que se produce al emulsionar gastronomía y caja tonta. Ha habido tantos y tantos programas de más o menos éxito que han desfilado por pantalla catódica: aquel “Con las manos en la masa” (no confundir con los titulares de los Telediarios) en el que Elena Santonja nos deleitaba trayendo a cocinar a famosos al plató al ritmo de aquella apetitosa canción de Vainica doble y Sabina que te abría el apetito “… Lacón con grelos, bacalao al Pil-pil y un poquito…”. Siete años –siete- duró el programa hasta que fue sustituido por “El menú de cada día” en el que oficiaba un joven Karlos Arguiñano. ¡Cuánto le deben los hogares españoles a este Cocinero!: si Karlos una semana utilizaba, pongamos, en una de sus recetas el romanesco, por poner un ejemplo; los fruteros de toda España entraban en histeria colectiva para encontrar la verdura de las pelotas. Recuerdo a un frutero de mi pueblo ciscándose en los muertos del de Beasain porque no había oído hablar de ella en su vida y todas las marujas se la demandaban. Karlos era, salvando las distancias, creador de tendencias como Robert Parker lo es con el vino: los cultivadores de perejil deberían erigir una estatua del popular cocinero a la entrada de sus campos en prueba de agradecimiento. Otro “programa” que me viene a la cabeza es “La cocina del infierno” una especie de camarote de los Hermanos Marx en el que embaucaron a dos pedazo de cocineros como son Sergi Arola y Mario Sandoval esperando que alguno de ellos despedazara a “La Rey” o arrancara la lengua al realizador del programa al más puro estilo Expreso de Medianoche. ¡Vaya tela!
Un didáctico José Andrés – el mejor embajador de España en el extranjero sin necesidad de viajar a Botswana- con interesantes personajes –muchos de ellos cocineros- que se acercaban a su programa Vamos a cocinar: recuerdo a mis amigos Sacha Hormaechea y a Juanjo Tasquita a la limón con el asturiano. O, al recién aterrizado en el microondas televisivo, Chicote, que hace que mis nenas y yo tengamos que abandonar la cena a la mitad para ver el programa del carabanchelero. Que tipo más grande Alberto desde El mar de Alborán al lado del Maestro Ignacio Muguruza hasta el NODO con el que nos trajo el stilo “New York” a Madrid con servicios de más de más de 200 cubiertos a la carta, ojo. Los programas extranjeros; viniéndome a la memoria el de la medio toledana Gwyneth Paltrow, Spain… on the road again, actriz que por lo visto es… ¡vegetariana!; que viene a ser como iniciar al jugador del Real Madrid, Di María, en el mundo de Sumo japonés. Paro un par de líneas para descojonarme.
Sin desperdicio el recorrido universal con el que nos deleita Anthony Bourdain en No reservations. ¡Qué pena que Hemingway y el de Nueva York naciesen en distintas épocas! O, el de un animal televisivo mezcla de Homer Simpson y Obelix – ahora no recuerdo el nombre del “programita”- haciendo apuestas a que se come en una hora una olla de vaca con habas o una hamburguesa XXXXL como Paul Newman huevos en la Leyenda del indomable, un desperdicio de programa casi tan nefasto como la última peli de mi paisano Almodovar, Los amantes pasajeros: si van no olviden pedir la hoja de reclamaciones a la salida. En fin, que el otro día intenté ver la tele, y después de varios minutos, me di cuenta, que podría estar leyendo un libro.