Casa Manolo
Manuel Alonso es un cocinero hecho a sí mismo. No solo en lo técnico, sino más bien en lo conceptual. Cierto es que cuando ejercía en la sala de Casa Manolo al lado de su hermano (que por entonces se ocupaba de la cocina), ya manejaba la partida de postres. Pero desde aquellas hasta en lo que se ha convertido hoy, tanto el restaurante, cómo la evolución de la persona, ha pasado un mundo. Es realmente admirable lo que uno puede llegar a forjar con tesón persiguiendo un sueño. Y es que Manolo es a lo que se dedica, a soñar, pero en modo despierto, ya que las horas de la jornada no le alcanzan para realizar las dos versiones (on/off). En verdad no conozco muchos cocineros en España entregados en cuerpo y alma como lo hace el susodicho. Se la ha metido entre ceja y ceja un objetivo, y no escatimará en medios hasta llegar a conseguirlo. Si tiene que invertir dinero, derrochará. Si tiene que dedicar tiempo, no lo perderá. Si por el camino se deja la poca vida personal que pudiera festejar, ahí quedará, y no mirará hacia atrás, porque el siempre piensa en adelante. De verdad, lo que está construyendo nuestro amigo es digno de alabar. Me refiero al conjunto, no a los platos, ni al restaurante, ni a la poesía, ni al diseño… ¡Todo! Claro, aquí mi análisis personal podría confrontar con el ‘confort’ de Manuel a la hora de esbozar su historia. En primer lugar, creo que tiene una capacidad enorme para adaptarse a distintos hábitats y forjar con ingenio y estética su proyecto. Aquí llega mi primer cuestionamiento, si el sitio, la ubicación para lo que el pretende conseguir es el apropiado. El lugar es maravilloso, eso nadie lo discute, a pie de playa contemplando, cuasi tocando el Mediterráneo. El Paraíso. Pero lo bonito y lo factible no siempre caminan de la mano. Joël Robuchon no creó su imperio basándose exclusivamente en que los entornos de sus negocios fueran celestiales. Me dirán que la comparación no procede, pero claro, si conocieran en profundidad el sueño de Manolo comprenderían lo que digo. Este “chico” no pretende conseguir dos estrellas y conformarse “solamente” con eso, ¡que no! Sus aspiraciones suenan cuasi inalcanzables, y si fuera otra persona la que me las contara, quizás me provocaría hasta risa. Pero este hombre, más allá de su talento e imaginación, no escatima en esfuerzo, en lucha, en sacrificio. ¿Qué no se ha conseguido en nuestra sociedad, en esta profesión, con estos mimbres? Con genialidad y don se pueden llegar a levantar imperios, pero con entrega, dedicación y persistencia, también. Con esto no le aconsejo que coja sus cuchillos y emigre después de lo que ha llegado a levantar en Daimús, y huya hacia una gran ciudad en busca del sueño americano; quizás haya perdido ya la ventaja de la edad, de la juventud para correr arduo y veloz. O quizás no. Es posible que lo mejor es que se quede y viva placenteramente y disfrute de los logros obtenidos, en un paraje maravilloso, con un clima envidiable, y una situación privilegiada. Quizás tampoco es lo que deba hacer… ¡Qué difícil es tomar decisiones en la vida y aconsejar! Lo que está claro es que tenemos que aplaudir la evolución de la Casa, su oferta, y que sigan existiendo personas que amen poéticamente la gastronomía por encima de todas las cosas.
Pese a las recomendaciones que habrán escuchado, permítanme que nade a contracorriente. Yo no iría hasta Casa Manolo exclusivamente a comer unos callos. ¡Están cojonudos! Eso no se discute, pero de ahí a ser los mejores callos del mundo… También domina los arroces con maestría; pero de nuevo ejemplos me sobran en la zona, siendo los suyos delicados a la vez que sabrosos, ligeros y gustosos al unísono; contemporáneos sin perder el fundamento. Y mira que hoy estoy siendo sincero y directo. Tampoco acudiría exclusivamente por el producto. Y vuelvo a lo mismo que antes, no me vayan a interpretar mal. Maneja un producto de primera, lo mejor que es capaz de conseguir, muy bueno. ¿O se creen que para construir ese proyecto cuasi inalcanzable se va a poner a vender material de segunda? Pero para comer una buena gamba o cigala conozco unos cuantos lugares. A donde quiero llegar: Lo realmente sorprendente, lo inaudito, lo abrumador, es la capacidad constructiva de sus composiciones, una mezcolanza fantasiosa de diseño, idea, gustosidad e ingenio. Construcciones harto trabajadas, infinitamente pensadas, muy estudiadas, sorprendentes en continente y contenido. Dialectalismo y mediterraneidad, cosmopolitismo y contemporaneidad. En cuanto el tándem idea-ejecución alcance su cenit, a falta de algún engranaje, una culinaria emotiva trascendente bañará el Mediterráneo.
Por eso le digo a nuestro querido Manuel: -¡Tú sigue, que nosotros te seguiremos!
- Gazpacho
- Bocabit de espencat, mahonesa de atún y pimiento rojo
- Agua de sandía y fruta de la pasión
- Espuma de tomate con mojama
- 'Cona' crujiente con panceta ibérica
- Sandwich tikka masala y anchoa
- Buñuelo de brandada de bacalao con su pil pil
- Taco de cordero con yogur y menta
- Coca escaldada con jurel en media salazón
- Pan artesano de pimiento a la brasa con harinas ecológicas
- Ostra del sol con sorbete de apio, salsa raifort, mahonesa de ostra
- Coliflor, 'polp sec', quisquilla, cidro y aceite de oliva
- Royal de erizo de mar
- Caballa marinada, manzanilla madura y pimienta sansho
- Quisquilla de Gandía
- Ensalada valenciana con capellán
- Pulpo a la brasa, papada ibérica y chirivía en texturas
- Agua de limón y albahaca
- Empanadilla de nabo 'daikon' y sepia
- Gamba roja de Gandía cocida en agua de mar
- Magret de pato con pasta de boletus y foie / Agua de manzana, apio y jengibre
- Lubina a la brasa con salsa de naranja y colatura de anchoa
- Cigala a la sal
- Huevos / Angulas
- Arroz con costra y presa ibérica "Arturo Sánchez"
- Galete de atún a la brasa con zanahoria ecológica y hojas ácidas
- Callos como los hacía mi madre
- Melón con helado de yogur, pepino y menta
- Higos encurtidos con queso fresco y bizcocho de Idiazabal
- Infusión de canela con armagnac/Financier de almendra/Capuchina con gel de naranja/Roca de chocolate y avellana