En una rectoral del siglo XVIII impecablemente restaurada y decorada, junto a la iglesia románica de Torrecaballeros, se encuentra este establecimiento, que también fue en el pasado posada y parador, que dirige Gregorio Rico y que, aunque trabaja bien el horno de asar, es, en su filosofía y ejecutoria, bastante más que un asador al uso.
El horno, grande, es de ladrillo refractario y se alimenta con leña de encina. Los corderos, de raza churra, suelen proceder de la localidad de Sacramenia, próxima a Sepúlveda. Van al horno con agua y unas gotas de zumo de limón; se les mantiene, como en toda la zona, la «tela». El tiempo de asado está entre las tres horas y las tres horas y media. La cocina, que corría a cargo de Fernando Arribas, sólidamente formado, ahora lo hace a manos de Santiago García.
El cordero llega al comensal en un loable punto de jugosidad, con la piel suficientemente curruscante, sin llegar a ser crujiente. La ensalada que suele acompañar al asado está cuidada e incluye lechuga, tomate, cebolla y berros.
La carta trata de dar respuesta tanto a la demanda del público segoviano como a la del foráneo. De ahí que ofrezca el clásico picoteo –morcilla, chorizo, picadillo, pimientos...– junto a otras opciones de mayor cuantía, como judiones de La Granja con pie y oreja de cerdo o con liebre, chipirones con garbanzos o una atractiva ensalada de escabeche de caza con vinagre de frutas rojas. Hay algún pescado, cabrito, cochinillo y espectaculares cortes de carne roja. Los postres también se salen de la rutina habitual. Buena bodega, con Riojas y Riberas del Duero. (Como vinos de la casa, hace años, servían un crianza de Viña Alberdi en los primeros y un 94 de Viña Sastre en los segundos.)
La preocupación por las cosas bien hechas y el buen gusto que domina en esta casa hacen que La Portada de Mediodía se distancie, en filosofía y entorno, de los sabores de corte habitual.