Felipe Gutiérrez de la Vega lleva desde 1975 investigando para dignificar el fondillón. Éste plantea una revolución, obtenido de uva monastrell pasificada, cuyo vino cría en barricas de roble americano, entremezclando añadas, en aras de conseguir un nuevo fondillón en consonancia con los gustos del tecer milenio. Un vino muy excluivo, que seguro levantará pasiones, dada su idiosincrasia. Tinto que tiene mucho de espiritual, aunando madurez y vida, dulzura y tanicidad, frescor y calidez. Enormemente complejo, resulta evolutivo, mostrando elegancia y armonía. 300 botellas de medio litro.