Espléndido en nariz y aún más en boca, donde atestigua una extraordinaria concentración sápida, a trufa pura, ya que no es más que la quintaesencia de esta cocida en agua y sal. En el jugo queda todo el sabor, que se puede agregar a cualquier ingrediente, tal cual, calentado o reducido un poco.
Procede de la variedad tuber melanosporum, la más preciada, que Arotz recoge en plena madurez en las más de 600 hectáreas de encinares que posee en Soria, en la mayor plantación trufera de Europa.