Algunos medios utilizan la figura de Ferran Adriá como si se tratase del Bufón de la Corte, provocando el descojone general de la audiencia. Reconozco que yo mismo me parto de risa cuando el surrealista humorista manchego Joaquín Reyes aparece remedando al genio catalán en el programa "Muchachada Nui" durante la deconstrucción de la leche con Cola-Cao o el plato combinado del filete con huevos fritos y patatas, no se lo pierdan. No me ocurre lo mismo cuando he leído algunos artículos de opinión escritos por respetados literatos de este país ninguneando y haciendo sorna de la obra de este Chef, así a bote pronto: Juan Manuel de Prada, Alfonso Ussía, Antonio Burgos y Fernando Sánchez Dragó. Este último se queda tan agustito cuando presume en su último libro-“Dios los cría…”, escrito al alimón con Albert Boadella, de "trajinarse a un par de Lolitas japonesas..." Entiendo que este tipo ande pegao en lo concerniente a asuntos culinarios, así que esto se lo perdono; pero, que se jacte de semejante aberración pederasta me produce, cuando menos, vómitos. El De Prada se pasó tres provincias al comparar un plato de Ferran –la momia de salmonete- con la “merde d´artiste”, que no es ni más ni menos lo que su nombre indica enlatado. Una “obra de arte” del transgresor creador italiano Piero Manzoni al que le surgió la idea cuando su padre-propietario de una fábrica de conservas- discutió con él y le espetó “artista de mierda” . En fin, que las misivas con las que los referidos plumillas agitan las cocteleras de literatura gastronómica en los medios están cargados de inquina, mala leche y lo más triste: ignorancia.
¿Qué sería -comparativamente hablando- lo que ocurriría si estos próceres de las letras tratasen con la misma displicencia y maltrato a otros astros del mundo del deporte nacional? Y, por ejemplo, ridiculizaran a Fernando Alonso o a Rafa Nadal, se imaginan.
Lo que quiero decir con esto, es que cuando esos necios de la historia de la culinaria abren la boca para hablar- o escribir- de cosas que otros consideramos serias, pues qué quieren que les diga: sube el pan. Y me da la ligera impresión de que más de uno de “esos” que critican no ha comido caliente desde que se cayó de boca al brasero.
Lo triste, lo lamentable y lo pernicioso de su coñas sobre el Maestro de Rosas es que ninguno de estos gastrónomos de la Mont Blanc ha cogido el coche, la parienta y La Visa (el oficio de escritor produce alergia a rascarse el bolsillos, se lo aseguro) y se ha pegado un festín junto al mar en la Cala Montjoi. De igual manera que sería una impostura hacer crítica literaria de algo que no se ha leído; lo sería también de hacer mofa de lo que no se ha “comido”. Para el caso que tratamos: "paladeado".
Claro que, reflexiono y deduzco qué es lo que atormenta la mente de aquellos que arremeten cobardemente en plan cainita y envidiosón contra El Bulli y lo que Ferran representa. "¿Cómo es posible que este chaval que sólo cocina y al que incluso a veces es difícil entender, pueda acaparar más portadas, tener más noticias y más reconocimientos que yo mismo que estoy en posesión de la palabra…?" Algo así deberán pensar ante semejante afrenta.
Como buen cristiano que fui he tratado de solucionar el trauma de estos atribulados señores: he estado hablando con mis cocteleros de cabecera: Carlos de O´clock y mi tocayo Diego de Le Cabrera y, con mi colaboración les hemos preparado una variante sencilla y la vez novedosa de un famoso combinado cubano, les doy los ingredientes de la receta que he titulado de esta manera:
Mo”ojito con meterse con Ferrán”
Ingredientes para cuatro escritores:
16 onzas de ron añejo tostado (El ron Appelton jamaicano es mi preferido)
El zumo de 2 limas
500 ml de Sprite.
4 terrones de azucar.
2 ramitas de hierbabuena (mentha spicata)
20 ml de Lejía Lagarto (la elaboran en el pueblo vecino de Yeles-recuerdan los cadáveres en el arroyo Guatén- y a través de mi amistad con la propiedad pueden conseguirla a un buen precio).
Un chorrito de Mistol.
Todo en vaso mezclador con unas gotas de angostura. Servido en vaso largo, pajita de las que se pliegan y mini paraguas decorativo; nada mejor para lavarse la boca cuando mienten el nombre de mi cocinero preferido.
Hablaré de todas maneras con Ferran por si quiere hacer alguna modificación respecto al coctail.
¡Bah, ni caso...! Seguramente me contestará.