Una agradable sorpresa
Soy un gran aficionado de la gastronomía y entusiasta seguidor de todo lo que se escribe o se publica alrededor de ella. Dentro de estas lecturas, la guía de lo mejor de la gastronomía que, con tanto tino, dirige Rafael García Santos se podría decir que es mi “Biblia” particular. Comulgo, en gran manera, con la filosofía que Rafael traslada a la hora de catalogar los diferentes apartados que conforman esta guía y en especial, la clasificación de las casas de comida que salpican y se reparten por la piel de toro peninsular.
Siempre, o casi siempre, mis amigos (que se dejan guiar por el que suscribe) y yo mismo hemos acertado al dirigirnos a un sitio u otro en función de las distintas tendencias que Rafael (la guía y sus artículos) nos indica en cada momento, y nunca hemos tenido ningún motivo de mayor discrepancia con las recomendaciones vertidas en su catecismo “azul”. Además de casas que prometen y que entendemos son dignas de conocer, nos preciamos de ir cubriendo, en la medida de nuestras posibilidades y a lo largo de nuestro tiempo libre, todos “los ochomiles” (restaurantes que cuentan con un 8 o nota superior en su libro). Como ejemplo, recién abierto, hace un año, Dani García en su “Calima” nos hizo acariciar el cielo con su derroche de menú degustación/imaginación. Meses antes el “Poblet” y sus arroces y germinados nos enseñaron las estrellas en colores. “Martín” nos ha entusiasmado hace dos meses. Por el contrario “Las Rejas”, donde hemos hecho grandes festines, nos ha defraudado en !
mayo de este año,…
Vaya esto por delante antes de contar la última experiencia que hemos tenido este agosto en un local de la ciudad que, en mayor medida, contribuye al “no hay plazas” del penal de Alhaurín de la Torre. Por un lado, nos sorprendió el grato nivel de cocina que encontramos y por otro, nos llamó la atención su, entendemos, errónea e insuficiente catalogación en su publicación.
Morían nuestras vacaciones malagueñas cuando, guiados por unos y otros consejos, reservamos mesa en el restaurante Skina sito en la parte histórica de Marbella. Si las recomendaciones, boca a boca, eran unánimes y entusiastas, un vistazo en su última guía no solo no lo incluía entre los restaurante puntuados sino que lo alojaba en la clasificación, colateral, de las “mejores cocinas populares andaluzas”. A pesar de ello y con ganas de ver que es lo que encontraríamos fuimos a cenar al pequeño local marbellí.
Y este es el motivo de este escrito: Nos encontramos con una casa que, a nuestro juicio, no responde al criterio de lo que se entiende por “cocina popular”.
El Skina es un Restaurante con mayúsculas donde servicio, calidad, materia prima, imaginación, elaboración, buen hacer,… no tiene para nada que envidiar con gran parte de los restaurantes encuadrados entre los puntuados en la sección de “los mejores cocineros”. Lo reducido del local lo superan con unas cuantas mesas que se encuentran, deliciosamente situadas, a la luz de las velas, en una típica calle andaluza cercana al centro ambiental de la parte vieja marbellí pero estratégicamente apartada para que la tranquilidad sea absoluta.
Y que decir de lo que pudimos comer y saborear!! Después de una copa de cava y un par de aperitivos, un sabrosísimo atún de almadraba desmenuzado con salsa de soja dio espectacular inicio al menú degustación (45 euros): Un exquisito Foie, magistralmente acompañado de carpaccio de higos y un logrado helado del mismo fruto, precedió a un atrevido gazpacho de fresas en el que nadaban unas riquísimas vieiras. A continuación, carpaccio de buey (que carne!!!) con ensalada y crujiente de caramelo prepararon el camino a unos filetes de salmonetes, con cebolletas a la parrilla y majada de pescador, de chuparse los dedos (para que luego digan que los salmonetes ya no saben como antes!!!), Delicias de cerdo ibérico (sobraba el apellido, lo rebosaba por todos los sentidos) con canelón de matanza, que nos recordaron, por su autenticidad y sabor, otras delicias muy parecidas tomadas en casa de Iñigo Lavado, antecedieron a dos postres tan golosos, como sorprendentes por sus mezclas y qu!
e pusieron el adecuado broche final al festín.
Como resumen, la sensación que nos dejó el restaurante Skina de Marbella, más se corresponde con lo que acostumbramos a observar y saborear en la clasificación de los mejores cocineros y no tanto, con el concepto que se espera -y donde también, por supuesto, se saborea- de la clasificación de “cocinas populares andaluzas” en la que actualmente está clasificada.
Esta fue nuestra experiencia y aquí la comentamos con el único afán de ayudar a que la guía de LMG sea fiel reflejo de lo que se cocina aquí y allá.
No quiero acabar sin darle a usted y su equipo la enhorabuena, por todo lo que se cuece en su entorno (Guía, Prensa, Congreso, Página Web…), y agradecerles por hacernos partícipes de ello.
Donostia-Sn.Sn (Gipuzkoa)