Cocina tradicional
Me llamo Inés Butrón, soy filóloga de formación, periodista por avatares de la vida y apasionada del tema gastronómico desde la adolescencia, momento en el que descubrí las ventajas de saber manejarse entre fogones. He presentado un magazin radiofónico matinal y en estos momentos escribo tres libros de cocina regional - Cantabria, Galicia y Andalucía- para el grupo editorial catalán GRUP 62 con el convencimiento de que redescubrir la cocina tradicional es el camino que nos depara el futuro en este país, que pese a los logros de grandes figuras, necesita volver a conocer sus raices culinarias y culturales. En su día entrevisté a Ferrán Adrià, a Santi Santamaria y a Carme Ruscalleda con el respeto que se merecen los que han hecho de nuestra gastronomía un referente mundial, pese a los enfrentamientos personales y a las puntuaciones, un tanto arbitarias y manipuladas, de las famosas guías o concursos como el Paul Bocusse. Sé también, por experiencia en escuelas de alta restauración como la Hofmann, que la alta cocina es un mundo competitivo y lleno de arpías que están dispuestos a todo por acrercentar su gloria mundana y pasajera. No me extrañó lo que vi en aquellos fogones. La vanidad es un pecado capital inherente a la condición humana y, el cocinero, desde que es autor y no simple artesano, no escapa a ella. Con todo, valoro la profesionalidad de todos ellos, porque en sus espaldas ha recaído la titularidad de nuestro país como referente mundial gastronómico. Concretamente, F. Adrià, tuvo la amabilidad de ofrecer una entrevista de 45 minutos a una periodista, entonces novata, y de abrir su mente y sus corazón a mis preguntas. El día que lo nombraron D. Honoris Causa por la Universidad de Barcelona su padre lloraba de emoción y yo fui a felicitar a un hombre a quien admiro profundamente como cocinero y como persona.
A pesar de todo, creo que la época de la experimentación ha tocado techo. Me encanta el ensamblaje culinario artistico de todos ellos, pero creo que, dados los tiempos que corren, el siguiente paso es que nuestros restauradores sean los guardianes de una tradición culinaria, un legado cultural, que, si no se elabora en restaurantes, se perderá irremediablemente. Nadie, y menos las mujeres, quieren dedicar esfuerzo y creatividad a la cocina diaria. Una lástima! No saben lo mucho que ganan guisando con amor un puchero familiar. Ellas, ocupadas en otras competencias, han dejado la tradición oral de la gastronomía en manos de cocineros que deben enseñarnos, no sólo a disfrutar con los 5 sentidos, sino a mantener una dieta saludable y un legado cultural que está en el fondo de nuestras emociones.
La cocina es emoción y cultura. La cuadratura del círculo. Tengan a bien todos los que están en la cima de nuestros fogones recordarnos la inmensa felicidad que se siente al compartir un plato que nos une. Nos va la vida en ello. y si no, tiempo al tiempo...
un saludo afectuoso,
Tiana (Barcelona)