La extensa utilización en la cocina de vanguardia de los licuados y emulsiones de verduras (aires, espumas, cremas, mousses, sorbetes, helados, granizados, etc.) siempre ha planteado problemas en lo referente a su estabilidad y a la contaminación que supone añadirles sustancias extrañas (nata, gelatina, pectina, lecitina, derivados de la celulosa o distintos polímeros artificiales) para proporcionarles mayor duración y nuevas texturas.