Permítanme la irreverencia, quizás osadía, de hablar del servicio, de las atenciones, de la SALA, de un restaurante vanguardia total como es Aponiente, y no hacerlo de su patrón, Ángel león, Dios de...
Es cierto que la gastronomía, mal que nos pese, esta condicionada, sino determinada, por la economía, la sociología, la cultura. Tan cierto es que ha llegado el momento, nos guste o no nos guste, de afrontar la realidad. Una realidad a la que tan sólo Joselito, Vega Sicilia y Ferran Adrià se van a poder sustraer. La pregunta está aquí ¿Cuántos más? Ciertamente, bastantes, claro que sí ¿cuántos y en qué condiciones? Ahí está la clave.
El posibilismo es ya la ideología dominante. Llamese bistromania o restaurantes que conecten con los gustos y la economía de la sociedad. La prensa gastronómica decrece. La GaultMillau se ha reestructurado para buscar una mayor base social, como en su día se reformó Cuisine et Vins de France. Si eso sucede en nuestro país de al lado, qué acontece en Italia. Pues que Gambero Rosso se ha vendido y su futuro está en entredicho. Sólo hay que echar un vistazo al panorama de lo que fueron las revistas gastronómicas europeas y como se encuentra la prensa en la actualidad. Desoladora comparación.
Se impone afrontar una revisión absoluta de la estrategia sin abandonar el idealismo. Si en los últimos años se desarrolló una revolución artística sin precedentes, dirigida de abajo arriba, puede que ahora la cuestión esté en asentar el progreso. O lo que es lo mismo, invertir la dirección, trabajar de arriba abajo, popularizar y socializar los avances...culturizar. Si la historia se escribió de la cocina popular a la alta culinaria, quizás ahora tengamos que proponernos difundir el conocimiento a cuantos más mejor. A un mundo que quiere comer y beber, comer y beber al fin y al cabo. Placeres mundanos.