Pablo Márquez

Josean Alija y Daniel Patterson: “Cocina Local Innovadora. California – Bilbao"

 Menú ofrecido por ambos chefs el 26 de mayo en  Nerua, el restaurante del Museo Guggenheim Bilbao

 

Puffed brown rice cracker, chile, avocado

Galleta inflada de arroz integral, chile, aguacate

 

Carrots roasted in coffee beans, mandarin, roman mint

Zanahorias asadas en granos de café, mandarinas y menta romana 

 

Tomates en salsa, hierbas aromáticas y fondo de alcaparras

Tomatoes in sauce, aromatic herbs on a capers base

 

Asparagus, green flavors, sprouted wheat berries

Espárragos, aromas verdes, granos de trigo germinados 

 

Guisante Lágrima, yema de huevo encebollada y vainilla

“Tear” peas, egg yolk, onion and vanilla

 

 Brioche con erizo, apio verde y pimienta larga

Brioche with sea urchin, green celery and long pepper

 

Inverted beet/goat cheese tart, rye, dill

Tarta invertida de queso de cabra y remolacha, centeno, eneldo

 

 Perretxikos, acelgas y albahaca

Perretxikos, chard and basil

 

Quisquillas, endibia blanca, lima y vainilla

Shrimps, white endive, lime and vanilla

 

 Merluza frita, cabello de ángel y pimienta verde

Fried hake, “cabello de angel” pumpkin and green pepper

 

Steamed morel and potato dumpling, braised lettuce, green garlic, thyme

Colmenillas al vapor con albóndigas de patata, lechuga estufada, ajo verde y tomillo

 

 Foie gras de pato, alcachofas y jugo de aceituna

Duck foie gras, artichokes and black olive juice

 

Coconut mochi, kiwi, shiso

Mochi de coco, kiwi, shiso 

 

Manzana, romero, crema de patata y ciruelas

Apple, rosemary, potato cream and plums

  • Tomates en Salsa, Hierbas Aromáticas y Fondo de Alcaparras
  • Tomates en Salsa, Hierbas Aromáticas y Fondo de Alcaparras
  • Guisante Lágrima, Yema de Huevo Encebollada y Vainilla
  • Guisante Lágrima, Yema de Huevo Encebollada y Vainilla
  • Merluza Frita, Cabello de Ángel y Pimienta Verde
  • Merluza Frita, Cabello de Ángel y Pimienta Verde
  •  Manzana, Romero, Crema de Patata y Ciruelas
  • Manzana, Romero, Crema de Patata y Ciruelas


Sigue el Desfile Organizado Por Gonzalo Anton: El Nuevo Molino

El Nuevo Molino, de la misma propiedad que El Serbal, fue abierto por el ínclito Víctor Merino en la década de los setenta del siglo pasado con el nombre de El Molino y refundado y rebautizado hace unos años por Rafael Prieto y Toño González, tras el prestigio adquirido en el establecimiento de Santander. Ambos restaurantes obstentan una estrella Michelín y son referencia tanto en la hosteleria de lujo como en la culinaria española. Estamos, pues, ante un establecimiento histórico, más vigente que nunca y con un futuro cada día más brillante.

Cena ciertamente inteligente y sabia que se inspira en los productos y recetas regionales para reinventar la cocina cántabra satisfaciendo a todos los gustos. Una filosofía infalible con materialización eficiente, eminentemente moderna, pero siempre muy centrada, desde los puntos de cocción hasta en las salsas y complementos.

Valga como ejemplo de lo aseverado la conversión en un gran plato de las populares rabas. Se lleva a cabo manteniendo la esencia de los calamares fritos. Cuatro trozos del cuerpo de un cefalópodo grande, el calamar hermoso es el mejor para la fritura, y nuestro preferido para casi todo tipo de preparaciones, dada su mayor consistencia y sabor, cuatro trozos de unas dimensiones considerables, unos 12 centímetros de largo por 1 centímetro de ancho, de masticar, se pasan levemente por un pan de gambas, que venden en pastillas en Makro o tiendas chinas, que se trituran en la Thermomix, para ser fritos en aceite con ese empanado, que aporta gusto y un dorado rojizo sin afectar la inmaculabilidad del ingrediente principal. Estas rabas, que dan miedo por su tamaño, salen como terroríficos tentáculos de una copa tulipa, en la que hay depositada una riquísima marea negra, marea negra que sabe a alioli, un alioli teñido con las tintas. Con todo ello hay que ponerse a jugar, a comer un trozo inmaculado de raba y, luego, untarla al gusto, con más o menos alioli negro, unas veces con poco, otras con algo más, guarri-guarri, en medio no las untas….Todo eso echando mano al cefalópodo, sin miedo a pringarse, con el primer tenedor que existió y que ahora han puesto de moda algunos restaurantes de vanguardia, pero que no es nada nuevo, ya que siempre se ha utilizado en las casas y tabernas ese tenedor, las pintas de carne y hueso. Ni que decir tiene que estas rabas de alta cocina son muy españolas: fritas, con alioli, con la presencia de la tinta negra y con ese toque chino en el rebozado, que no es ni mejor ni peor que el de la harina, que le da cierta gracia, el pan de gambas. Muy españolas, muy informales y harto gustosas. 

Otro testimonio de inspiración en los condumios locales, en este caso en el cocido lebaniego, para convertirlo en talentosa formula de postín: Yema de huevo, explosiva, cruda y caliente, sobre una aterciopelada crema verdosa, muy viva, confeccionada con la sopa del cocido y un licuado de repollo escaldado, suculenta crema que cobija apetitosas láminas de panceta y zancarrón de ternera, así como garbanzos y dados de chorizo, ambos crujientes. No puede ser más recurrente, ni más entrañable, ni más efectivo. Toño González antes de dedicarse a la alta cocina oficiaba en Cosgalla, entre Potes y Fuente Dé, en el Mesón del Oso, restaurante que siempre hizo como nadie el cocido levaniego...lo que ha sido decisivo para montar tan inspirada fórmula. 

La merluza del Cantábrico, de una nobleza extraordinaria, más de 4 kilos la pieza, exultante de frescor, sale inmaculada, tornasolada, jugosísima, dispuesta sobre una salsa verde reinventada, ya que se aligera y esbeltiza hasta lo inaudito, convirtiéndose en un exultante jugo de berberechos perfumado con ajo y perejil, que atesora también el gusto del pescado, preservando el marisco todo su ser, su manjarosidad plena, un complemento manjaroso que rivaliza con el ingrediente principal. 

La vaca es otro símbolo de Cantabria. Un rabo estofado científicamente y embebido de vino, se presenta deshuesado y servido en cuadrados cubiertos de una pasta crujiente, que al romperse sueltan sustanciosas esencias, fortaleciendo el gusto del guiso, estando las carnes jugosas y gelatinosas a más no poder. Unos guisantes pelados, un incipientes ajos tiernos...entre otras verduras, completan un plato contundente y sobrio ante el que hubo constantes esclamaciones ¡Qué rico!

Y concluyó la cena con un gulesco trampantojo que refrendó el estilo de El Nuevo Molino. El bacalao al pil pil era un fenomenal sobao, esponjoso, suculento, con inconfundible regusto a mantequilla, cubierto por un exótico puré de piña, que daba el pego, que le iba de perlas, en cuanto le refrescaba y con otro pego, unas láminas que parecían ajos y que en realidad eran filetes de almendra tostada. 

En fin, una noche para comprobar las excelencia de esta España tan diversa, tan atractiva y tan placentera.

  • Rabas de Calamar Fritas con Pan Rallado de Esencia de Gambas con Alioli de su Tinta
  • Yema de Huevo con Crema de Cocido Lebaniego con Láminas de Panceta y Zancarron, Chorizo y Garbanzos Fritos
  • Merluza del Cantábrico con Salsa Verde de Berberechos
  • Rabo de Vaca Estofado al Vino Tinto con Guisantes y Ajos tiernos
  • Bacalao al Pil Pil: SObao con Crema de Piña y Almendras.


 El traje nuevo de Ferran

El Traje Nuevo de Ferran

25/05/2014 - Administrador

   Reinventando la eminencia

¿Genio o humo? Tal vez ninguna de las dos cosas. Tras la última entrevista que mantuvimos con el notorio excocinero y gurú creativo, presentamos una semblanza sobre el personaje y valoramos sus nuevos proyectos, que se vislumbran en el horizonte más cercano.

Revista Sobremesa Nº333.

Texto: Saúl Cepeda. Fotos: Álvaro Fernández Prieto.

 

¿Cuándo convertimos a los cocineros en místicos? En realidad da igual, la cuestión es que lo hicimos. Incluso la sociedad más avanzada demanda ídolos nuevos, provengan de donde provengan. Quizás, eso sí, quienes nos dedicamos a la crónica gastronómica tengamos algo menos de culpa, pues nos corresponde, de cuando en cuando, hacer hipérboles apetecibles con cuestiones que atañen al paladar. Más preocupado me tienen los medios de información general. Por exagerar, que de eso va todo esto, Salvador Sortres escribe en su blog del diario online más leído de España que “todos los cocineros del mundo murieron el día que Ferran nos dejó para irse a su futuro”.

¡Pero anda ya! ¿Lo dices en serio?

Ferran Adrià i Acosta (Hospitalet de Llobregat, 1962), el muchacho futbolero de Santa Eulàlia que empezó en esto de la cocina sin proponérselo con el nombre de Fernando y al que no pocos llaman hoy genio, lleva un par de meses exponiendo sus proyectos de futuro (y algunos más anunciando su advenimiento) con la escenografía de luces bajas y tecnominimalismo a la que en su momento nos acostumbraron los piratas de Silicon Valley.

El 30 de julio de 2011, el restaurante elBulli cerraba sus puertas durante dos años sabáticos en los que se produciría un proceso catártico que acabó transformándolo en una fundación. Sus objetivos no son aún del todo claros, algo que en el caso de las fundaciones no es, ni mucho menos, atípico. Antes, la multinacional Telefónica ya había convertido al cocinero en embajador internacional de la compañía, aventurando en cierto sentido el vuelco de la creatividad de Adrià hacia el mercado tecnológico. Dio muchas conferencias entonces. Naturalmente, como correspondía a una personalidad mediática, numerosos rumores y afirmaciones habían brotado alrededor de la decisión del presunto mejor cocinero del planeta.

Se habló de la escasa rentabilidad del establecimiento, algo que, por otro lado, jamás negaron sus promotores y suele ser común a gran parte de la alta gastronomía en España: elBulli tenía un precio bajo, especialmente si tomábamos en cuenta su fama y la demanda de mesa. Adrià decía que había empezado dando de comer a pescadores” y que “un pescador tenía que poder seguir comiendo aquí”. En lo financiero eran otras líneas de negocio y actividades individuales las que sostenían –y bien– la existencia de elBulli. Otros atribuyeron la decisión de acabar con el restaurante al proceso judicial abierto por parte de los herederos de Miquel Horta, el millonario socio capitalista que colaboró con los emprendedores de elBulli en sus inicios, una cuestión que, vistas las pruebas aportadas al proceso judicial, tenía escasísimas posibilidades de prosperar, como así ha sucedido. Los ecologistas aseguraron que la verdadera intención de convertir la empresa en fundación no era otra que puentear la legislación y poder así construir en el Parque Natural Cabo de Creus, donde se halla la cala Montjoi y la ampliación del edificio proyectada por el arquitecto Enric Ruiz Geli. Financial Times describió, sin demasiado fundamento, el cese de actividad en elBulli como una muestra de los embates de la crisis en España.

Ni siquiera vale la pena entrar a considerar la base de mentira o verdad de las cuestiones anteriores, pero sirve mencionarlas para representar que, aunque serias en apariencia, son irrelevantes todas ellas. Lo cierto es que nada de lo anterior nos hubiese sonado de no ser Ferran Adrià quien es. Hoy, con su sagaz socio Juli Soler fuera de juego a causa de la enfermedad de Alzheimer, Adrià es elBulli y elBulli es Adrià, por más que el exchef se empeñe en repetir en letanía que “elBulli es más que Ferran Adrià, y esto es importante”, como si el restaurante y su entorno se hubieran transformado ya en una Bauhaus o en una Generación del 98, cosa para la que suele hacer falta algo más de perspectiva temporal.

 

De cómo meter una tortilla en un vaso y vivir de ello

En la gastronomía española la mayoría de los actores tienen muy presente el hito que supuso la famosa cubierta de agosto de 2003 en el New York Times Magazine con el rostro de Ferran Adrià (ese mismo mes fueron portada Sophia Coppola, el “mercader de la muerte” Viktor Bout, el entonces presidente de Harvard Larry Lawrence y los enfermos de SIDA en los barrios marginales) y un titular que decía “The nueva nouvelle cuisine”. Sin embargo, pocos cocineros o periodistas del país se tomaron la molestia de leer el artículo, titulado A laboratory of taste, o tomaron siquiera en consideración su contexto. Firmado por Arthur Lubow, periodista cultural, colaborador en temas gastronómicos de la revista Inc. y autor de una interesante biografía de Richard Harding Davis, el texto arrancaba con una comparativa cinematográfico-literaria entre España y Francia en la que los galos salían perdiendo. Se reproducían también un buen número de citas literales de colegas profesionales españoles, americanos y franceses verificando la categoría de Adrià como el cocinero más creativo del planeta. Meses antes, en un polémico gesto de disuasión alimentaria, el parlamentario norteamericano Bob Ney le había cambiado el nombre a las “patatas francesas” en los menús del Congreso por el de “patatas de la libertad” y todo lo que venía del país de la Torre Eiffel sonaba mal entre un porcentaje muy alto de la ciudadanía estadounidense (lo decían los estudios de opinión) por no haber apoyado la invasión de Irak, en la que España sí participó. En su artículo, el reportero americano también hacía una descripción de las tres horas de menú de elBulli, explicando los platillos con forma de “tapas” –un concepto del que Adrià renegó hasta hace no mucho tiempo–. El chef comparaba entonces la esferificación de su ravioli líquido con la técnica del chaud-froid, que él atribuía a Escoffier (Grimod de la Reynière ya la mencionaba antes del nacimiento del célebre chef francés). En las páginas también se relata una conversación entre hilarante y tautológica sobre cómo crear “caviar de caviar”.

Después de aquella portada vinieron más, muchas más. Cubren por completo una pared del piso en el que se incuba la Bullipedia.

Certificar la lectura que el futuro dará a un personaje destacado en un ámbito concreto no corresponde a sus contemporáneos y, mucho menos, cerciorar en el presente la existencia de un movimiento capaz de cambiar el mundo futuro. El pasado está repleto de esos vaticinios estériles. Solo somos capaces de apostar y el tiempo dirá qué significó esa huella.

En cualquier caso es palmario que algo diferente sucedió en la gastronomía en Rosas durante la década de los 90 del siglo pasado y su impronta se prolongó hasta los albores del XXI. Como comensal, desde el limitado valor estadístico de una experiencia individual, solo puedo valorar que asistí a algo muy original entonces. Es indudable también la influencia mayúscula del chef sobre otros cocineros –ya fuera porque pasaron tiempo en elBulli o porque coincidieron con el modelo técnico y filosófico aplicado allí–, con vertido en líder espiritual de cientos de profesionales que se han propagado por el mundo, todo con ciertos toques de culto mistérico eleusino (en pleno apogeo de elBulli no se me permitió realizar un reportaje independiente para la revista Rolling Stone sobre la vida de quienes realizaban stages en el restaurante a lo largo de dos semanas, y es que, de haber estado en su lugar, tampoco yo lo habría permitido).

 

Producto Adrià

Ferran Adrià habla de forma atropellada y muchos dicen que es así porque su pensamiento va más rápido que las palabras. Monopoliza las conversaciones, emplea palabras como “paradigma”, “vanguardia”, pasión” o “brutal” así como frases de transición del tipo “y no lo explico porque no se puede entender” o “es tan complejo que aún hoy no le hemos puesto nombre”. Está más delgado y viste de negro homogéneo, como los grandes magos de Las Vegas. Gesticula bastante (cada vez más), con histrionismo daliniano y, en general, dice poco con muchas palabras, sin ceñirse a las preguntas que se le hacen. No es un gran comunicador, por mucho que se empeñen algunos, pero tiene un enorme mérito que una persona de escasa educación formal haya conseguido hacerse indiscutible, desde esa sencillez social, en un producto de élites como es la gastronomía (lo es: la mayor parte de la población mundial no ha visitado a un restaurante de alta cocina en toda su vida) y trascender luego a gurú de la creatividad.

Adrià tiene virtudes y actitudes poderosas que lo destacan: su predisposición positiva hacia la prensa –sea cual sea el medio- es ejemplar, está absolutamente convencido de su personaje y ciertamente cree que todo es posible.

Pero Adrià es una criatura concebida in vitro en la fase de auge más prolongada que se haya vivido dentro de un ciclo económico, etapa tan larga y próspera que hizo dudar a muchos economistas de la propia teoría cíclica. Es la manifestación, en cocina, de una sociedad que beatificó a Steve Jobs por haber conseguido que una empresa que se caracteriza principalmente por vender móviles chulos sea la compañía con mayor capitalización bursátil del planeta y su marca una de las más valiosas; un genio de su ámbito por acuerdo de mayorías, en una era que ignoramos si será recordada como brillante u oscura, pero en la que sí sabemos ya, por pura estadística, que el público recuerda mejor al cocinero que aplica la tecnología que al científico o ingeniero que la hace crecer.

Pero hay marca, sobre todo marca.

No por nada Toni Segarra, uno de los publicistas españoles más destacados, está en el ajo.

 

El almuerzo desnudo

En los planes de la elBullifoundation habrá patronos, cenas exclusivas y se buscará dinero libre de impuestos para poner en marcha proyectos que no tienen por qué estar ni siquiera claros. Esto lo sé, no porque Adrià me lo contara, sino porque trabajé en una fundación relevante y he conocido las tripas de muchas. De momento, entre manos están elBulli 1846, elBulli DNA y la Bullipedia. Los dos primeros representan, respectivamente, la conservación del acervo creado en restaurante en estos años (1846 es el número de los platos concebidos) y el laboratorio culinario de proyectos futuros.

No pudimos profundizar en ellos, pero conocer de cerca lo que se estaba haciendo en la Bullipedia tuvo algo de viaje lisérgico digno de William Burroughs. Después de la entrevista en el taller, un lugar en donde se ofrecerán comidas a futuros patronos y mecenas (que podrán contemplar, entre otras cosas, el mayor reconocimiento pop que puede tener un humano en vida: una caricatura de Ferran Adrià de la mano de Matt Groening), cruzamos la Rambla para ir al centro neurálgico de la Bullipedia, mientras nos cuenta que irá a París para dar una charla sobre cómo la mente puede influir en los motores de búsqueda, dejándome en la duda de si el exchef ha aprendido cómo funcionan los algoritmos que se emplean en ellos. Entonces se abre la puerta de un piso y encontramos allí a los antiguos jefes de cocina de elBulli haciendo recortable de aguacates y guacamoles para pegarlos en interminables corchos distribuidos por la planta. “Todo va al ordenador”, dijo uno de ellos, “pero es que Ferran es muy visual”. Entre tanto, Adrià va y viene mostrándonos planos y diagramas mientras se nos explica la taxonomía de la Bullipedia, una enciclopedia online abierta que pretende acumular y jerarquizar todo el conocimiento relativo a la gastronomía. En su taller hablaba de hallar el genoma de la gastronomía, pero parece más una aproximación modesta al proyecto epistemológico original de Google Books –enclavado prácticamente en el desarrollo de una Inteligencia Artificial– que soñaron los fundadores de Google Larry Page y Sergei Slim, no exento de críticas y que finalmente quedó en una sombra de sus intenciones.

Surgen preguntas con la Bullipedia.

¿Quién decide los qué, los quiénes, los cómo y los por qué? Si Nestlé, primera empresa alimentaria mundial (y patrocinadora de la revista que publica la famosa lista de los 50 mejores restaurantes del mundo, cuyo primer puesto mantuvo durante años elBulli) decidiera ser patrono de elBullifoundation, ¿tendría algo que decir sobre la Bullipedia y la información de la misma? ¿Lo hará Telefónica, corporación que se ha manifestado contraria en varias ocasiones a la neutralidad de Internet?

Adrià nos plantea, de pronto, una situación capciosa para diferenciar herramienta, técnica y tecnología: nos tiende su iPhone y pide que marquemos. Lo hacemos. Cuando se da cuenta, nos lo quita. Se ha equivocado: quería que el bloqueo estuviese puesto. Esa era la prueba. ¿Qué es un aguacate?”, “¿una pata de cerdo sigue siendo un cerdo?”, “¿qué es la cocina?”, pregunta como una ametralladora. Nadie lo sabe. Por eso estamos haciendo la Bullipedia”, se responde. Frases y juegos de manos que se repetirán en sucesivas presentaciones y casi recuerdan al “Véndeme este bolígrafo” de El lobo de Wall Street. Cierto es que la investigación no tiene porque tener un fin, pero al menos sí debería contar con un método que se pudiera explicar.

La conclusión final que alcanzo es que cualquiera se podía haber puesto a construir la Bullipedia: el BCC, el Culinary Institute of America, la universidad de Umeå..., si es que no están trabajando ya en algo parecido. Por algún motivo, nos esperábamos algo más de Adrià y desde luego lo seguimos esperando. Pero claro, en este país sabemos quién es él y no quién es Jimmy Wales (ante la duda, mírelo en la Wikipedia).

 

España

Adrià ha sido crucial para que el oficio de cocinero alcanzara una nueva dimensión de reconocimiento social, principalmente en España, donde no la tenía; así como su inspiración ha dado lugar a importantes individualidades. Su efecto perverso fue que se han querido saltar etapas en la cocina y que, finalmente, nos hemos dormido en los laureles de considerarnos los mejores del mundo. Francia continúan siendo estadísticamente más y mejor reconocida en el extranjero que España como nación culinaria y los restaurantes chinos e italianos se siguen abriendo en cualquier lugar del mundo en una proporción extraordinariamente superior a los españoles. Ducasse, que trabaja con la Agencia Espacial Europea, abre establecimientos laureados por todo el globo, al igual que Joël Robuchon, Gastón Acurio o Nobu Matsuhisa. Un chef hawaiano como Allan Wong declara un networth de 1.100 millones de dólares, Jamie Oliver es una figura mediática y constante en el planeta entero; en Svalvard se crea un banco de semillas global para las futuras generaciones que pasa casi desapercibido; a pesar de los datos positivos de nuestra balanza de pagos, cuesta lo indecible exportar productos alimentarios españoles (menos vino y aceite, pero a granel por lo general; y en el caso del aceite puede terminar siendo italiano); hasta si me apuran, las acciones de Telefónica cotizan 5.000 puntos menos que el año en que Adrià fue elegido embajador internacional de la compañía (y evidentemente no; no digo que sea su culpa)... En fin, que no está nada claro aún qué hemos conseguido, ni lo que vamos a conseguir, pero es evidente que nos lo hemos creído y puede ser tan falaz como pensar que por haber nacido Manuel Valls en Barcelona ahora gobernamos Francia.

La entrevista audiovisual (http://entrevistaferranadria.weebly.com/) que acompaña a este artículo en el canal digital de la revista, le fue enviada previamente para su visionado a tres colectivos: un grupo de miembros del Ministerio Fiscal español, acostumbrados a llevar a cabo interrogatorios; un equipo de físicos teóricos españoles (entre ellos uno de los pocos criptógrafos cuánticos de Europa) que trabajan en robótica médica, familiarizados con la resolución creativa y científica de los problemas; y, por último, a alumnos de Primaria de 9 años de edad.

Los primeros dijeron que el testimonio del interrogado, en general, no se ceñía a las preguntas efectuadas y estaba repleto de evasivas. Los segundos no encuentran ningún concepto material que apoyar o rebatir, pero uno dice “mi conclusión es que este caballero debe tener gran facilidad para conseguir donantes o inversores, incluso de entes públicos y que, de momento, no sabe cómo gastar ese dinero para deificarse a sí mismo y trascender a la historia y a todas las artes. Así nos va a los científicos en España, que nos tenemos que ir fuera”.

Lo de los últimos se resume en la conversación con uno de los niños que como el resto de su clase– no sabía de quién se trataba. “Antes era cocinero”, le dije. “¿Por qué no lo es ahora?”, pregunta él. “Ya había inventado muchos platos”, respondí. “Pues si quiere mi mamá le enseña a hacer macarrones con queso muy ricos”, aseguró.

Como en el cuento El traje del emperador de Hans Christian Andersen, no dudo que el emperador lo sea, pero quizás haya llegado a tal punto de distanciamiento con el mundo real que convenga decirle que en ciertos momentos está desnudo.

 



 

Proyectos y contextos de Adrià.

 

Además de la fundación, de su papel como embajador de Telefónica, del trabajo que desarrolla con el MIT –la politécnica más famosa del planeta, cuyo vicepresidente Israel Ruiz, amigo de Ferran, es de su mismo barrio– y de otras instituciones académicas, de la Fundación Alicia o de las marcas a las que presta su imagen, Adrià esta involucrado en el grupo hostelero BCN 5.0 (como Tickets, 41º, Pakta, Yauracán y Bodega 1900) con su hermano Albert y los hermanos Iglesias –todo un signo de serenidad, pues no han sido pocas las propuestas que los Adrià han recibido en todo el mundo–. Asimismo es presidente y socio (a través de Restaurante elBulli S.L.) de la empresa International Cooking Concepts, compañía que, entre otras actividades, comercializa patentes y productos nacidas en la factoría elBulli o importa productos como la tónica Fever Tree. Su empresa Ferran Adrià Projectes posee la titularidad de los nombres Bullipedia y elBullifoundation.

 

 

Arte

 

La frase que habitualmente se atribuye a Adrià, “crear es no copiar”, es en realidad la referencia que se llevó de una demostración de Jacques Maxim en Niza en 1986. Por aquel entonces, Adrià todavía elaboraba platos tradicionales en elBulli, pero ya debía tener en mente muchas ideas, porque en palabras de Rafael Ansón, presidente de la Real Academia de Gastronomía, el chef le confesaba que “voy a morir como Van Gogh: nadie comprende lo que hago”. Obviamente se equivocó, pero ¿quiere decir que entonces ya se consideraba un artista en los fogones? Hoy se refuerza esta idea cuando señala que “elBullifoundation será como el Museo de Dalí, para durar más de 300 años”. Pero cuidado con el arte y para muestra un botón: Dalí vendió un pelo falso de su bigote a Yoko Ono, lo que Amanda Lear justificó diciendo “cuando Salvador veía un cheque se volvía loco”.

 

 

Si Ferran Adrià hubiese sido... 

 

...ebanista. Uno muy bueno, muy original, que hubiera influido en la carpintería nacional hasta sus raíces y hubiera obtenido reconocimiento internacional. Tras un sonado lapso en su carrera, cierra su taller. Un par de años después crea una fundación y prepara la gran enciclopedia digital del trabajo en madera con sus técnicas, mientras abre unas cuantas carpinterías con unos socios y vende sus innovadores cinceles y garlopas a través de una empresa. Que cada cual permute profesiones. Algunas le resultarán más curiosas que otras. Es un juego mental divertido.

 

 

El lugar de la gastronomía 

 

Adrià no llega nunca a situar el lugar de la gastronomía en el continuo espacio-tiempo. ¿Es una de las bellas artes? ¿Es filosofía? ¿Todo lo anterior? En un diálogo de Los renglones torcidos de Dios de Torcuato Luca de Tena leemos: “¡Considero que el arte es tanto más sublime cuanto mayor es su inutilidad! (...) La gastronomía, la hoy llamada alta costura y la decoración son las primeras artes creadas por nuestra especie, porque representan los excesos inútiles añadidos a las necesidades primarias de comer, abrigarse y guarecerse”.



7,5

El Doncel

Kike y Edu Pérez
Pays: España
Localité: 19750 Siguenza
Adresse: Paseo de la Alameda, 3
mapa
(+34) 949390001
Jours de fermeture: Domingo Noche y Lunes
Prix à la carte: 45/70 €
Prix menu de dégustation: 45 €


  • Torrezno Jugoso y Crujiente por los Cuatro Lados
  • Carpaccio de Corzo con Helado de Tomillo
  • Patata Trufada con Yema Líquida de Huevo y Trufa
  • Mollejas de Lechal al Ajillo con Vinagre Balsámico
  • Migas Castellanas con Huevo y Uvas
  • Bacalao Confitado con Pil Pil de Azafrán y Pisto Manchego
  • Cabrito Asado al Romero con Patatas Panadera y Ajos

     Los hermanos Pérez, Kike y Edu, llevan en los genes la hostelería. Han cogido el testigo de sus antepasados y han dado un salto cualitativo generacional. Un estupendo hotel en un lugar privilegiado de tan monumental ciudad, en cuya plaza baja se halla este magnífico restaurante, que cuenta con unas instalaciones ciertamente cuidadas y con unas propuestas gastronómicas esmeradas. Tanto en su versión tradicional, siempre impregnadas de un toque diferenciador, como en las propuestas más innovadoras, enormemente sensatas. Evolución, en uno y otro caso, que tiene muy en consideración el paisaje y la demanda comercial. Se marca la diferencia sin alterar los orígenes y la memoria histórica. Ese es su secreto, ser y saber estar, con la profesionalidad como bandera. Y si Kike muestra oficio en los fogones, Edu actual con distinción en la sala, siendo un maestro de la cocteleria, de aperitivo o refrescante, no dejar de brindar con un gin tonic, la visita lo merece.
     En general, los grandes platos de Kike son refinamiento y liviandad de formulas tradicionales, que se ejecutan con maestría y a las que se atreza con un toque de originalidad. Las migas con uvas, huevo, chorizo y panceta se muestran extraordinariamente limpias y jugosas, a la vez que suculentas, ya que aparecen justamente embebidas del cerdo, con la distinción y contrapuntos que aporta la alta cocina. Saber hacer que vuelve a demostrarse en las mollejas de lechazo al ajillo a las que se carameliza sutil y agridulcemente con una salsa balsámica. Lo mismo podemos decir de las patatas con huevo y trufa, que cambia las formas, en escultural cilindro, sobre cuyo cúpula se dispone la yema, que se corona con láminas de trufa negra, preservando los sabores de un maridaje histórico incuestionable e intemporal. Se repite una y otra vez la alteración de las formas, en verdad elegantes, para conservar lo esencial. Hechuras y elaboraciones altamente profesionales inspiradas en las leyendas regionales: bacalao confitado a baja temperatura, inmaculado, tornasolado, jugosísimo, dispuesto sobre un fino pisto manchego y realzado por un pil pil manchego, por aquello de que lo perfuma el azafrán, sin que por ellos dejen de aparecer unas láminas de ajo doradita. Repetimos, una culinaria muy centrada, que sabe marcar la diferencia en lo de siempre, retocándolo con inteligencia y buen gusto. El cabrito al horno, eléctrico, luce un perfecto asado, así como excepcional nobleza, presentándolo con unas riquísimas patatas panadera y unos dientes de ajo sin pelar, además, en ocasiones, de con unas ramitas de romero. Es el plato más demandado los mediodías.
    También se facilitan  propuestas más sofisticadas. Como la ingeniosa versión de los torreznos, cuyos dados aparecen envueltos en una pomposa harina de sus cortezas suflada con clara. Un vestido de gala para para un bocado tan primario, que con esta pose deja de serlo. El carpaccio de corzo con infinidad de aromas, brotes, salsas y helado de tomillo es la enésima constatación de que Kike sabe escenificar y sacar el mayor partido a la naturalidad y autenticidad. Y en plan atrevido y exótico, para demostrar las ganas y espíritu del chef, tenemos una entrada y un postre: el lingote de foie gras y avellanas y la piña colada, con sabores exóticos en todo su esplendor.



 Plancton Romance

Plancton Romance

24/05/2014 - Pablo Márquez

  Plancton Romance. Alberto Moreno Bocuse d'Or Europe 2014

 El plancton es mar en estado puro. Los recónditos y misteriosos océanos, concentrados en un sabor, unos aromas texturizados, que ahora también son culinarios, gastronómicos. El plancton sintetiza la esencia del mar y arropa al pez, la ostra, las algas del plato propuesto,componiendo casi un acuario salado, una innovadora promesa meditada para ser disfrutada mientras se piensa en las olas llegando parsimoniosamente a la arena o en los fondos marinos. 

 Plancton Romance es un plato técnico basado en la cocina de la memoria aunada a las técnicas vanguardistas, una receta desarrollada en torno a los pastos y estepas vegetales que se anclan bajo las aguas, ese otro verdemar comestible, todavía sin explorar. Una composición en la que las guarniciones en torno al pescado van descubriendo algunos de los arcanos secretos marinos. La clasificación de Romance responde a la poética del propio plato, ya que la literatura romance es asimismo la literatura "errante", que es como se define también al plancton: son marinos organismos vagamundos y errantes, vivos y en movimiento constante.

  •  Plancton Romance
  • Plancton Romance


Carlos Rondón

Nacho Manzano La creatividad sosegada

Carlos Rondón  www.cookcircus.com

Autopista del Cantábrico. Dejo atrás Ribadesella. Salida 344 dirección Colunga. Elijo mi ruta alternativa favorita y me adentro en la serpenteante carretera repleta de eucaliptos, hayas, robles y tejos que atraviesa la Sierra del Sueve hasta llegar al Mirador del Fito, a 590 metros de altitud. El viento del oeste sopla fuerte, limpio y puro. Subo una escalera de hormigón que culmina en lo que los lugareños denominan “El cazu”, un inquietante mirador que más bien parece el decorado olvidado de una película de ciencia ficción desde donde contemplo, en un giro de 360º, el Mar Cantábrico y los Picos de Europa y en medio la inmensidad. ¡He llegado! Ya estoy en Casa Marcial…

Dos kilómetros más abajo el paisaje muta en verdes praderas, las casas desperdigadas por los extensos valles acentúan el paisaje con sus vivos colores. Huertos, maizales y hórreos desvencijados salpican el camino.   Escucho los cencerros de las vacas y las ovejas que pacen, doblando esporádicamente y rompiendo un silencio que solo desentona el intruso ruido del motor de mi coche. Y llego al epicentro. La Salgar. Nada más llegar me encuentro a La Neni, simpática señora vecina al restaurante que rodeada de gallinas y ocas amamanta con un biberón gigante a un ternero de cuatro meses rechazado por su madre. En la puerta de Casa Marcial me espera Nacho Manzano. Uno de los mejores cocineros de España (dos estrellas Michelin y Premio gastronómico Chef Millesime 2013 entre muchos otros), remero de proa de la nueva cocina asturiana, también representada por Pedro y Marcos Morán de Casa Gerardo, Koldo Miranda de D´Miranda 360º y José Antonio Campoviejo de El Corral del Indianu. Y por qué no decirlo, en mi opinión y la de muchos, uno de los mejores cocineros del mundo.Bajo del coche y en 10 minutos nos ponemos al día. Hablamos de trabajo, gastronomía, de nuestras hijas (las mías fanáticas de sus tortos de maíz y croquetas) de la crisis, de planes y proyectos futuros que en los próximos días profundizaremos.

 Nacho es ante todo un tipo entrañable, cándido, inquieto y de tléxico trastabillado Signos inequívocos de una persona a la que le bullen las ideas constantemente. Su afable carácter unido a una desbordante creatividad, afinada durante veinte años al frente de Casa Marcial, se manifiesta constantemente en creaciones rotundas pero sosegadas. Sin artificios ni trucos. Sus propuestas son exquisitas elaboraciones de aparente sencillez pero que esconden tras de sí la maestría de una técnica impoluta siempre subordinada al producto y visualmente de extremada elegancia y sobriedad.                                                                      Clásicos lejanos como por ejemplo, las huevas de erizo con huevo a baja temperatura, pan tocino y trufas; la velouté de erizos con alcachofa, tuétano glaseado, chocolate amargo y naranja, o los más recientes, bizcocho de sardina y foie y piel de bacalao con aceitunas, lentejas y los hongos con jugo de verduras a la leña permanecen intactos en mi memoria gustativa y son ellos, y no el calendario, los que marcan el recuerdo de mis visitas anteriores; así como aquella épica expedición fotográfica, del 2004, en busca de erizos en la Playa de Vega en medio de la pleamar y donde tres saltos certeros sobre las resbaladizas rocas abarrotadas de “llámpares” (lapas), evitaron que mis equipos fotográficos fueran engullidos por una repentina ola…

 Tradición. Amanece en La Salgar. 

Madrugo como siempre. la luz no espera. Despunta el alba y al fondo la imponente mole de piedra desnuda de la Peña La Prida parece emerger entre los prados que la rodean tintados a esta hora de fríos tonos verdiazules. Me gusta. Su silueta desvanecida por la calima me servirá luego de fondo para hacer el retrato de portada de este artículo.

Desayuno de trabajo en el jardín posterior de Casa Marcial. La vista sobre el valle es espectacular. Nacho y yo definimos las recetas que fotografiaré. Comenzamos la sesión fotográfica con la base de la cocina de Nacho Manzano. La tradición. La fabada Asturiana. La receta más representativa de la cocina tradicional asturiana sublimada por la mano de Nacho.

Croquetas de jamón. Siempre están en el top ten de las croquetas españolas, disputándose alternativamente el primer puesto con las de Francis Paniego. 

Arroz con pitu de caleya; el pitu, un enorme pollo de caserío con un peso de entre 3,5 y 4,5 kilos, que Nacho rescató de la tradición asturiana introduciéndolo en la mesa de un restaurante gastronómico. Técnicamente perfecto.

Tortos de Maíz, golosa receta tradicional que antes se comían solos y que Nacho ¡con tan solo 13 años! tuvo la ocurrencia de cubrir con un sabroso revuelto de cebolla confitada. 

 Terminamos esta primera sesión fotográfica, degustando su también famoso arroz con leche. Llega la tarde y me tengo  que marchar a Avilés al encuentro de Koldo Miranda para realizar un trabajo paralelo a COOKCIRCUS. Koldo, otro de los grandes cocineros de Asturias, le ha dado un giro copernicano a la oferta gastronómica del gélido y vanguardista Centro Cultural Internacional Oscar Niemeyer.

 Al día siguiente, sesión intensiva de fotografías, charla, proyectos, un rato de surf frente a Ewan Food en la playa de Salinas, visita a la exposición del centro “Las 50 mejores fotografías de National Geographic” y hasta nos dio tiempo a Koldo y a mí para una mini sesión de Longskate en el estacionamiento Centro Cultural. Skateboarding is not a crime! 

 Marcho de Avilés. Me espera Esther Manzano.

 Entro a  Gijón al final de la tarde y aprovecho para dar un agradable paseo por la playa de San Lorenzo. La ciudad, bella como siempre y rebosante de turismo. Llego al restaurante La Salgar, la “sucursal” de Casa Marcial que exalta la tradicional gastronomía de la ciudad. En la entrada converso con la expeditiva y risueña Esther, la hermana mayor de Nacho. Ella es la chef y gerente de La Salgar. Un restaurante que a pesar de no tener el onírico entorno de Casa Marcial, compensa esa carencia al situarse dentro del singular espacio del Museo Etnográfico del Pueblo de Asturias. Abierto en 2004, está dispuesto en un amplio, apacible y moderno local, con enormes ventanales con vistas al patio arbolado del Museo, con sus hórreos y paneras así como a una curiosa bolera asturiana, tataranieta del Bowling actual. La oferta gastronómica es más sencilla que en Casa Marcial pero con la misma calidad, contundencia, precisión técnica y elegante presentación de su casa matriz. 

Verduras de temporada en ensalada, ventresca de bonito con caldo de sus espinas y cebolletas, Meloso de ternera ensalada de champiñón, arroz con leche. Quinta Apolonia 2012 y Cepa 21 2010, formaron parte de una exquisita cena dentro de un ambiente donde se respira calidez, sobriedad y buen gusto. Pero, solo un pero. No poder hacer la sobremesa en los jardines interiores me hace pensar que la dirección del Museo no termina de entender el enorme valor añadido que representa tener “la marca Manzano” dentro de sus instalaciones…

Living Cooking

 De regreso al paraíso. Día ajetreado. Sandra, la hermana menor de Nacho, la Maitre y directora de Casa Marcial, entra cargada de papeles por la puerta que comunica Casa Marcial con Living y se reúne en el pasillo improvisadamente con Nacho. Papeleo. Más tarde me comenta, con su dulce y suave acento asturiano, que el libro de reservas esta lleno toda esta temporada. Este ha sido un verano muy bueno con respecto a años anteriores. Especulamos mil causas ¿brotes verdes? Ojalá… Entro en la cocina en plena Mise en place. Llegan los enormes pitus, una cesta con verduras del pequeño huerto del restaurante que mima Marcial, el padre de Nacho, cajas con chipirones de Tazones que tres horas antes aun nadaban alegremente por el Cantábrico, piezas de ternera, etc... 

 Estoy en Living Cooking, la nueva propuesta gastronómica de Nacho Manzano.

 Con entrada desde el jardín posterior de Casa Marcial, Living Cooking es, más allá de la moda impuesta por la actual coyuntura económica, un restaurante desenfadado y único en muchos kilómetros a la redonda. Con un ambiente actual, distendido y en contacto directo con el comensal. Aquí no hay etiqueta. El sueño de Nacho de una cocina vista se hace realidad en este lugar. José Miguel, el diligente jefe de cocina de Living Cooking, importado de Venezuela con escala en DiverXO, va y viene de la huerta con flores y hierbas para preparar los platos de la sesión de fotos, contrastando su afabilidad con su porte de “prop” de rugby de los All Blacks. “Eres un tío afortunado por estar aquí” le digo en medio de nuestra variada e intermitente conversación. Y él lo sabe… 

Improviso un plató fotográfico en medio de la sala. Estoy en compañía del padre de Nacho, que me cuenta los orígenes de Casa marcial: restaurante, sidrería, pulpería, lugar de paso y reunión de viajantes y vecinos. Una casa con una gran historia familiar donde incluso el mismo Nacho nació .También me cuenta como llevaba a su hijo de pequeño a comer por los restaurantes de la zona y como en una ocasión, comiendo en el emblemático restaurante Casa Víctor en Gijón, de su amigo y compañero de caza de becadas Víctor Bango, Nacho con tan solo 15 años le pidió entrar a trabajar allí. Así lo hizo. Entró de prueba y estuvo durante 7 años aprendiendo la base y dibujando lo que en un futuro sería su cocina.    

Llegan los primeros platos de la mano de la mano de José Miguel. La oferta de Living Cooking es variada y cambiante según la despensa de la zona. Cocina viva! Nunca mejor dicho. Producto local con la lógica fusión de Iberoamérica y Asia. Inmortalizo con mi cámara las llámpares guisadas con sidra, patatas y algas. Hamburguesa de vaca glaseada con tuétano y puré de champiñones. Sardinas en mojo con su ensalada líquida. Paté de pichón con puré ajo, foie y polvo de especias. Crema de fabes con papada torrada, polvo de chorizo ahumado y crudité de vegetales… Ver para creer…

Buscando el “secret spot”

Por el verde y frondoso camino que conduce a la playa de Vega, irrumpen las vetustas instalaciones de la Mina Ana, lugar de extracción y lavado de fluorita, mineral que, entre otras aplicaciones se utiliza para la elaboración de las lentes apocromáticas de los modernos objetivos fotográficos. Curioso dato. Al menos para mí… Conduzco a través de un húmedo bosque de helechos. Atravieso túneles naturales cavados en la roca por la acción milenaria del agua. Pocos minutos después aparece el pueblo de Vega. La playa de Vega es “secret spot” de Casa Marcial. Paraíso surfero protegido del turismo de masas, muy cercano al restaurante, es donde Nacho habitualmente se sumerge en la introspección creativa durante largos paseos. Mientras planto trípode, cámara y flash de relleno a un lado del camino, poco a poco las señoras vecinas del pueblo se acercan a curiosear mi pequeño despliegue técnico. ¿De qué canal viene usted?, me preguntan. Les comento que estoy haciendo un artículo de Nacho Manzano, que decidí hacer una foto aquí porque que Vega es uno de sus lugares de inspiración. De inmediato comienzan a contarme anécdotas de cuando Nacho era un “guaje” y paseaba por estos lares. Se ve que es un tipo muy popular y querido en la zona. Pasados 10 minutos ya contaba con tres asistentas espontáneas en mi pequeña producción. Agua, café, coordinación del reducido y casi exclusivo tráfico de furgonetas con sus techos abarrotados de tablas de surf, indicaciones geográficas, meteorológicas e históricas del lugar y hasta el ofrecimiento de alquiler a muy buen precio una preciosa casa rural de curiosa planta circular que destaca en lo alto del pueblo. Llega Nacho, saluda a todas mis “asistentas” por su nombre y nos ponemos manos a la obra. 

 Tercera sesión fotográfica. La artillería pesada

Estamos de vuelta en Casa Marcial y tras una merienda de suculentas croquetas acompañadas con una expresiva sidra Viuda Angelón, volvemos al improvisado plató. En esta ocasión cuento con Rene Garrido, jefe de cocina Casa Marcial, que ya ha dispuesto todo para esta sesión de fotografías. La sesión trascurre milimétricamente, (siempre es así en la alta cocina) Rene dispara la artillería pesada de Casa Marcial: Nécora que se come entera. Chipirón a la brasa con panceta laqueada, polenta en tinta y dashi. Hígado de rape y piel de sardina con caldo dashi, hojas de las marismas y vegetales encurtidos. Mollejas de lechal con acelgas, huevo y fragancia de queso. Meloso de ternera con tuétano, ensalada de champiñones y hemerocallis.    Yogur, guisantes, albahaca y limón.

 Entre foto y foto le pregunto a Nacho cúales son los cocineros que han influido e influyen en su cocina. Aparecen los nombres de Manolo de la Osa, Andoni Luis Aduriz, Michel Bras, Josean Alija, Álvaro Garrido, entre otros. De Ferran Adrià me dice textualmente: “nos dio a los cocineros la libertad para hacer lo que nos saliera de los huevos. Sin complejos”.  Son estas influencias aunadas a su origen, entorno privilegiado, carácter, códigos de sabores de la infancia, intuición, tranquilidad, paciencia y la necesidad innata de crear, las que conforman lo que yo llamo creatividad sosegada de Nacho Manzano.

Oye Nacho. ¿Y el futuro?

 London Calling

Una especie de “jet lag cuántico” se produce cuando se viene del silencio y la quietud de Asturias al trepidante fragor cosmopolita de Londres…  es lo más parecido a un viaje en el tiempo y en este caso, salto a una parte del futuro de Nacho. Aquí, con sus conocimientos, técnica, producto asturiano y de España en general, asesora los tres magníficos restaurantes del Grupo Iberica London, (creados por Marcos González, otro gran emprendedor nato), diseñados por el estudio de interiorismo barcelonés de Lázaro Rosa-Violán, con su exquisita estética que enmarca una extraordinaria oferta gastronómica rompedora del tópico de lo español. Exactas reproducciones de los deliciosos y famosos clásicos de Nacho Manzano, (croquetas de jamón, tortos de maíz, pitu de caleya, realizado con pollos de corral criados en Cambridge, fabada, arroz con leche, etc) superventas junto a la ensalada tibia de endivias con vainilla, queso Valdeón y avellanas garrapiñadas, Merluza con crema de patata, aceite de pimentón y ralladura de limón Chipirones a la plancha con mojo verde canario Carrillera de ternera estofada con puré de apio nabo y alcaparras…  Establecimientos rebosantes de comensales que rubrican el triunfo de estas autenticas “embajadas” de la gastronomía española en Londres y son un ejemplo más que la Marca España no se diseña en un despacho o en una feria de turismo sino con talento, trabajando, creando y arriesgando... 

Terminamos la última, rocambolesca y extenuante sesión fotográfica en Londres y nos vamos a cenar a Ibérica Marylebone. Estamos Marcos González, Cesar García (Jefe de cocina en Londres), mi amigo el chef argentino Martín Millesi y yo. Nacho está con nosotros compartiendo la amena charla, pero lo observo y siento que también está en Asturias… Fiel a su carácter sosegado, desprovisto de cualquier afán de protagonismo vacuo, sin dejarse deslumbrar por las luces del éxito internacional y sabiendo que el futuro se gesta desde Casa Marcial, sigue allí, esté donde esté, trabajando día a día en su incansable búsqueda de la excelencia… 

 

  • Nacho Manzano La creatividad sosegada
  • Nacho Manzano La creatividad sosegada


Senses of the Fields

19/05/2014 - Pablo Márquez

  Senses of the Fields (Alberto Moreno Bocuse d'Or Europe 2014)

Este plato respira “dehesa”. La Dehesa es un sistema multifuncional agro-silvo-pastoral (un tipo de agrosilvicultura) y el paisaje cultural de la España central y del sur. Es la tierra de los toros y del cerdo. Es el auténtico ecosistema forestal mediterráneo. Es el sabor de la tradición. La cultura de la campiña española, plena de romanticismo de practicidad, de costumbres milenarias. La dehesa es la herencia recibida, el patrimonio cultural que dejaremos a nuestros hijos. El cerdo es uno de sus protagonistas absolutos, habitante a veces inefable y otras significante de la riqueza y la abundancia.

Senses of the Fields es un plato emocional en el que conocer, es reconocer. Un plato que evoca la ruralidad, un paseo por los sentidos del agro oliendo el romero, descubriendo la silueta de la encina, oyendo los sonidos de los animales, palpando la tierra, masticando la bruma. Sintiendo el amor por los productos naturales y llevándolos a la mesa. El discurso intelectual elevado a lo más sensitivo e intrínseco.

  • Senses of the Fields
  • Senses of the Fields


Plancton Romance

Plancton Romance

 Plancton Romance. Alberto Moreno Bocuse d'Or Europe 2014

 El plancton es mar en estado puro. Los recónditos y misteriosos océanos, concentrados en un sabor, unos aromas texturizados, que ahora también son culinarios, gastronómicos. El plancton sintetiza la esencia del mar y arropa al pez, la ostra, las algas del plato propuesto,componiendo casi un acuario salado, una innovadora promesa meditada para ser disfrutada mientras se piensa en las olas llegando parsimoniosamente a la arena o en los fondos marinos. 

 Plancton Romance es un plato técnico basado en la cocina de la memoria aunada a las técnicas vanguardistas, una receta desarrollada en torno a los pastos y estepas vegetales que se anclan bajo las aguas, ese otro verdemar comestible, todavía sin explorar. Una composición en la que las guarniciones en torno al pescado van descubriendo algunos de los arcanos secretos marinos. La clasificación de Romance responde a la poética del propio plato, ya que la literatura romance es asimismo la literatura "errante", que es como se define también al plancton: son marinos organismos vagamundos y errantes, vivos y en movimiento constante.



Pepe Solla, en Zaldiaran, Magnifica Galicia Aportando otro Cliché Gastronómico Complementario al Identificativo.

 Pepe Solla heredó el restaurante de sus padres, teniendo más de medio siglo de historia. Le toco a él, hace ya 25 años, actualizar el negocio y renovar la carta. Fue el primero en apostar por la alta cocina de autor en Galicia y quien más ha perseverado en esa tendencia. Por ello y porque ha hecho escuela, muchos jóvenes se ha forjado junto a él, se le considera el padre de la culinaria contemporánea de su tierra. Hasta llegar aquí ha sufrido las incomprensiones de sus paisanos….sin que en ningún momento se haya arrugado. Con el tiempo ha conseguido que Galicia sea mucho más que las gloriosas mariscadas y los magníficos pescados cocidos impregnados de ajada. Reivindica la tradición reinventada. Y enarbola el campo a través de los vegetales y las carnes. Galicia no sólo es el mar. Baste recordar las chuletas de vaca vieja, las tortillas de Betanzos, los cocidos de Lalín…por refrescar la memoria. Pepe, en esa filosofía, nos pinta un paisaje ciertamente sorprendente. Lacón, cigalas, vieiras, pulpo, merluza, cacheira, quesos…lo más típico, de otra manera, según su imaginación. Brinda una Galicia gastronómica tan genuina y tan inusual. Nos cambia el cliché…y completa la visión de un país que no debe conformarse con los muchísimo conseguido con el costumbrismo culinario. Ha marcado época y es el exponente rutilante de un cambio cualitativo y complementario de una historia. Por eso fue jaleado en Zaldiaran.
La obsesión y la pasión por reinventar el paisaje queda patente en el primer aperitivo: una lámina de nabo que sirve de soporte a un picadillo de laconcita pibal. Productos emblemáticos dispuestos con otros aires sin alterar la veneración por las materias autóctonas y los sabores conocidos. Refinamiento que reproduce una y otra vez, como en las empanadas, de una masa fina y enorme jugosidad, además de delicadas palatalmente. Finísima, en textura y sabor, la de mejillones con una pizca de chorizo y más gulesca la de carne, si bien fina-fina.
Solo cigala. El chef muestra su inteligencia superando la cocción en agua. Una cigala, que se come con la mano, conserva el caparazón en la cabeza y en el final de la cola, si bien esta desnuda, se introduce en una bolsa en compañía de limón, algas y laurel y se cuece, cada una, en una bolsa fata individual: a 60 grados 6 minutos. La bolsa de regalo se planta delante del comensal, que al deshacer el nudo y abrirla, coge todos los aromas y asume, echando mano a la pieza, la mariscada más excelsa. Perfecta calidad, extraordinario frescor, insuperable punto. Plena naturalidad, plena manjarosidad…que se completa con un sorbo de consomé de la propia cigala, que se sirve en chupito, que certifica el refinamiento del producto y del cocinero, así como una técnica académica asombrosa.
Cambio de terreno: tallarines de calabacín cocidos al vapor e impregnados de pesto y de una esencia picante mexicana, y que aparecen coronados con unas láminas de vieiras, tan solo calentadas como los calabacines, procurando la inmaculabilidad de los dos ingredientes principales, a los que alegran el par de realces.
El arroz con pulpo nos cambia las referencias que tenemos del cefalópodo. Una vez más, con inteligencia suma, Solla opta por abandonar la cocción del producto marino en agua. ¡Bravo! Pone una cazuela a fuego medio con un chorretón de aceite. Caliente, echa el pulpo limpio y en entero, con la cabeza hacia abajo y los tentáculos para arriba. Tapa inmediatamente la cazuela. Pasados tres minutos, baja el fuego a una intensidad lenta pero no mínima y deja 45 minutos. No levanta en ningún momento la tapa. Se trata de que el pulpo se haga en su propio jugo. Ni tan siquiera le echa sal. El cefalópodo va soltando su agua. Pasados los 45 minutos…se retira y se deja reposar y enfriar. El pulpo se corta en medallones, que guarda. El jugo que ha soltado se termina convirtiendo, ya frío, en una gelatina de inmenso sabor a marisco. ¡Qué potencia! ¡Qué oceanidad! Y solo tiene la sal del mar. Cuando se monta el plato, el pulpo se echan en un cazo con la esencia natural gelatinizada de pulpo y se calientan durante dos o tres minutos, glaseándolos constantemente con ella, impregnándolo hasta pringa los labios. Los medallones se disponen sobre un arroz al dente embebido de la misma sustancia, completando la fórmula trozos de lechuga de mar, una tempura de codium, unas hojas de cilantro y una emulsión picantilla, a la manera de un pil pil. Jamás comimos un pulpo tan mariscado y tan terso. Y el arroz, insistimos, se embebe de la gelatinosidad mariscada del jugo. Se completa con los citados pequeños grandes detalles que aportan enorme complejidad.
Grandiosa por selección y punto de cocción la merluza. Gallega, un lomo inmaculado, jugosísimo, delicadísimo, que se adorna con diversas verduras estofadas y aviva con una divina mayonesa picante y verde de pimientos del Padrón. El maestro domina las hechuras…preserva las cualidades intrínsecas de todos los ingredientes en escena.
Llegó un plato carnal: la careta de cerdo estofada, en realidad morro, gelatinoso y sabroso a más no poder, entremezclado con puerros y endivias dulces, por aquello de sazonarlas con miel, cubierto con puré de de puerros y algo de patata, sobre el que se apreciaba quinoa cocida y frita…un guiso cañero de cuchara aterciopelado señorialmente. Sabrosura ciertamente distinguida.
Dos quesos del lugar, uno cremoso y otro azul, con respectivos realces de membrillo y naranja y el torrefacto, un homenaje a una combinación histórica insuperable, la del café y el chocolate, bordaron la noche e hizo que todos los asistentes brindaran por Pepe, por la GASTRONOMÍA y por esta Galicia inconformista. Apasionado, entusiasta, generoso, auténtico…y sabio.

  • Solo Cigala. Foto: Vicugo.
  • Laconcita Pibal. Foto: Vicugo.
  • Vieiras Green Tallarines con Pesto y Esencia Picante. Foto: Vicugo
  • Arroz con Pulpo, Algas, Cilantro y Emulsión Picante.Foto: Vicugo.
  • Merluza con Verduras Estofadas con Mayonesa de Pimientos del Padrón. Foto: Vicugo.
  • Careta de Cerdo, en Realidad Morro, Estofado con Puerros, Endivias a la Miel y Quinoa. Foto: Vicugo.
  • Torrefacto. Foto: Vicugo.