Paella de costillas de cerdo
Cullera iba para gran capital portuaria de la región pero terminó dedicándose al veraneo. Conserva relativamente vírgenes la desembocadura del temido río Júcar y las marismas que éste provoca en la gran llanura deltaica. A Casa Salvador se llega sorteando esas geografías enrevesadas por canales hasta que se alcanza el Estany, una laguna de agua dulce en contacto con el mar y entornada por cañizos y cañaverales. Parece que estemos en el Mekong, cerca de los arrozales, y sobre el Estany se abre la terraza de Casa Salvador como si viviésemos en un escenario neocolonial.
Hemos llegado a una especie de catedral del arroz –la entrada, de hecho, reproduce una cúpula de tejas azules como en las iglesias barrocas valencianas. Siempre hay gente, por eso llevan ¡58 años! sin cerrar ininterrumpidamente. En el comedor, bajo una cubierta de típicas barracas, gobierna Salvador Gascón, al frente de todo salvo que tenga que ir a las carreras de motos o añadir una receta más a su libro de arroces, del que lleva vendidos ¡180.000 ejemplares! En la cocina su hermana Conchín y Carlos Calero, un granadino sencillo y afable que llegó con 14 años y domina el valenciano y los arroces como pocos.
La carta trae una veintena de arroces secos y otros diez melosos. De todo tipo y condición. Cada vez que hay un acontecimiento inventan otra variante. Los lunes, por ejemplo, hacen un arroz casi telúrico: con caldo del puchero dominical y rematado con llisa (lisa) por encima. Los hacen hasta con hueva y esperma de tenca (carpa)... Pero nos quedamos con la paella de costillas de cerdo, cuya combinación grasosa es perfecta con la coliflor y el napicol –una variante amarillosa del nabo–, dos verduras muy secas que equilibran al cerdo. La paella cuenta con el sempiterno sofrito, cebolla para caramelizar y láminas de ajo. El aceite de oliva, el arroz senia. Fina, con socarrat, sencilla, sublime de tan primigenia.
Si antes se ha probado la anguila a la parrilla –a lo Etxebarri–, el viaje hacia lo más profundo del fangar (pantano) valenciano será un hecho. Y a veces, milagrosamente, se puede pedir que le asen a uno la lubina que algún pescador ha izado en las aguas que custodian la nilótica terraza.
Salvador Gascón
Restaurant;: Casa Salvador
Pays: España
Localité: 46400 Cullera (Valencia)
(+34) 961720136casasalvador@casasalvador.com Jours de fermeture: Las noches y 24, 25 y 31 de diciembre,
Prix à la carte: 22 € la ración
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Arrós en fesols i naps
María José Batlle
Restaurant;: Casa Carmina
Pays: España
Localité: 46012 El Saler, a 10 km. de Valencia (Valencia)
(+34) 9611830254info@casacarmina.es Jours de fermeture: Lunes, todas las noches y agosto
Prix à la carte: 15 € la ración
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Arroz con Costra
Elche es todo un espectáculo natural, una ciudad que emerge, literalmente, entre un gran palmeral. Pero ese festival de datileras va más allá, hacia el extrarradio y las huertas que tachonan la geografía ilicitana, un mundo como norteafricano al otro lado del mar, cautivador. Y en medio de esa naturaleza cálida y amable, algunas antiguas casonas han dado lugar a estimulantes restaurantes, el más moderno La Finca, el más clásico éste que nos ocupa, obra de Rafael Reyes, un conspicuo cordobés muy gratificado porque su hijo Chencho se ha hecho con la casa, aunque ambos la comparten como un condominio, don Rafael como patriarca y Chencho convertido en sumiller de recorrido internacional. Atención, pues, a la carta de vinos.
Rafael Reyes "Chencho"
Restaurant;: La Masía de Chencho
Pays: España
Localité: 03295 Elche
(+34) 965459747info@lamasiadechencho,com Jours de fermeture: Domingos noche.
Prix à la carte: 15 €.
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Arroz al horno
Son muchos y muy buenos los arroces que ofrece esta casa, entre los que sobresale este, en verdad gulesco, constituyendo una auténtica panzada en sí mismo. Pese a la copiosidad y la abundancia de elementos contundentes que abarrotan esta receta (carnes y morcilla), no resulta en exceso graso, cuanto menos en este restaurante, a diferencia de lo que suele ser habitual.
Todavía hoy, cuando se convocan concursos de arroces al horno, por el tipismo y el orgullo de las comarcas y autoridades locales – en demasía orgullosas de la rusticidad de este arroz –, que reclaman para sí la paternidad del invento, el 98% de los cocineros es incapaz de aliviarlo de su origen, entre otras razones porque deben respetar los sacrosantos ingredientes y las bases del concurso. Pero hoy no se puede elaborar este arroz como en los años del hambre, cuando era un plato de fiesta por la carne de cerdo, las morcillas, el tocino y un largo etcétera de idéntico jaez.
Vicent Ballester y Amparo Marín también llegaron a esta conclusión, obvia por lo demás. Y su arroz al horno, sin renunciar absolutamente a los cánones, es sabroso pero no plúmbeo ni graso. Una de las claves son las cazuelitas, planas y de sólo 2 centímetros de altura, lo cual es definitivo para que el arroz no se emplaste; las de toda la vida, hondas, y con tanto ingrediente graso, transforman la gramínea en una masa incomestible. Otra es que sofríen las carnes aparte, en una sartén – eludiendo el dogma tradicional –, retirando además el sobrante de aceite y grasa.
Después, en la cazuelita individual, ponen, en crudo, el arroz, las carnes, también algo de cerdo y ternera, la cebolla picada, el tomate triturado, los ajos picados y los garbanzos, sofritos anteriormente con carne de cerdo. Añaden un consomé de huesos de caña de ternera y gallina (estos dos ingredientes aligeran el caldo), ajos sin pelar, zanahoria, chirivía, garbanzos y patatas. Encima colocan medio tomate cortado en finas rodajas, morcilla de ternera troceada, un diente de ajo sin pelar y patatas en lonchas no muy gruesas. Se mete al horno, a 250 grados, y unos 17 minutos después ya está listo. Sápido, los granos sueltos y con la grasa imprescindible.
Por lo demás, el alioli es de una delicadeza inaudita, con una presencia equilibradísima del aceite y el ajo, que configuran el carácter con sutileza, sin atosigar, sin empalagar. Hasta tan punto es bueno que seguro repetirá cuanto menos en una ocasión, se acompaña de pan tostado con aceite. Uno de los mejores del país; sin duda. Los mejillones, las autóctonas clóchinas, con limón y tomillo, se tratan convencionalmente, sobresaliendo la calidad del molusco por encima de su jugosidad. Las habitas con aceite de oliva y mejorana, pese a que no se repelan, no pueden estar mejor en su rusticidad y sencillez; inmaculadas, perfectas de cocción y aromatizadas con gracia y justeza. La versión propia del la anguila all y pebre, con el pescado sin piel y la salsa afinada y dada esbeltez dentro de su densidad, que se ornamenta con patatas paja, no puede salir más convincente en su reformado populismo. En definitiva, populismo culto.
Vicent Ballester
Restaurant;: Rincón del Faro
Pays: España
Localité: 46530 Puzol (Valencia)
(+34) 961420120rinconfaro@gmail.com Jours de fermeture: Los domingos y todas las noches.
Prix à la carte: 18 €.
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