Esta familia ha hecho un arte de la morcilla de arroz, al más puro estilo Burgos, o embuchada en estómago en vez de tripa de cerdo, que es el Panzo que nos ocupa, estómago que proporciona cualidades diferentes, entre ellas dos fundamentales, el volumen, más grande que si fuese una morcilla cular y la gelatinosidad y suculencia que se deriva del envoltorio y del magro de cochino, en concreto pata fresca picada, que se le añade. El resto de componentes son los mismos: arroz bomba, cebolla blanca, manteca, sangre, perejil, sal y pimienta negra. El resultado: gana en suculencia y gelatinosidad, claro está, en nobleza.
A partir de aquí, se pueden hacer varias cosas: comer en rodajas finas tal cual como un embutido, mejor plancharlas vivamente, vuelta y vuelta, para que queden crujientes por fuera y justo calientes en el centro o que se calienten, por ejemplo, sobre unas lentejas o en el caldo junto a unos garbanzos y/o berza, no más de 3 o cuatro minutos. También se puede cocer o asar en entero, lo que requiere una concentración de unos cuantos Gargantuas y Pantagrueles.
De venta exclusiva en la carnicería.