Carta de R.G.S a Diego Rodríguez

Carta de R.G.S. a Diego Rodríguez

Las Bahamas, Navidades 2019

Querido Diego:

En primer lugar debo pedirte perdón por mi repentina desaparición de la crítica gastronómica ibérica. Sí, lo sé; diez años sin dar señales de vida es demasiado tiempo. “Ya lo decía yo: igual que Pepe el del Popular, El Dioni o Luís Roldán...” , estos fueron algunos de los piropos que me profirieron algunos compañeros de profesión y cocineros al saber de mi fuga. Puñetera envidia.
Tú, que me conoces bien, pensaste desde el minuto uno –acertadamente- que mi escapada fue al más puro estilo de “Curro”, el de Viajes Halcón. Pero, aún así, creo que te debo una explicación: recuerdo perfectamente aquellos años, cuando la gastronomía española a pesar de su merecida fama mundial tenía más problemas que el fontanero del Titanic y hacía aguas: los clientes no estaban ya dispuestos a pagar por la cocina de autor (¿conociste alguna cocina sin autoría...?); ni a estar cuatro horas sentados delante de la mesa; ni a tomar menús interminables con tropecientos platos. Restaurantes japo/chino/vietnamitas se establecieron por todo el país: los rollitos de primavera, sushis, sashimis, dim suns y woks fagocitaron a las esferificaciones, polvos, aires y paisajes; los chipirones con salsa de kiwi desaparecieron de las cartas de los restaurantes... Incluso tuvieron que echar el cierre las fábricas de peta-zetas.
Ante esta situación ¿Qué podía hacer? ¡Claro que era consciente del camino recorrido! durante 14 años los “Certámenes Internacionales de Alta Cocina” en Zaldiaran (donde los mejores cocineros de Francia y España -perdona el orden, pero ese era el ranking de aquellos años- pasaron por los fogones del restaurante vitoriano: Robuchon, Ducasse, Gagnier, Maximin, Troisgros, y tantos otros... Todavía recuerdo como si fuera hoy a tu hermano, siendo el más joven congresista), XI Congresos de “Lo Mejor de la Gastronomía”, la web gastronómica más puntera donde no se censuraba absolutamente nada (que te lo digan a tí ¿verdad?) y... LA GUÍA... Discúlpame por usar mayúsculas para esto último, pero... Acaso esos que me criticaron por mi evasión no la miraban de reojo antes de emitir “su juicio”. O, tantos cocineros que me negaron la palabra- y la entrada a sus casas- cuando antes les había erigido príncipes de las perolas ¿Quién miró primero al plato y no a los oropeles palaciegos que enmascaraban tanta necedad de otras guías? ¡Cuánta ingratitud¡
No trates de buscarme ningún parecido con El Capitán Araña, te aseguro que me mantuve en el puente de mando hasta que los comensales (¡Qué palabra más vulgar¡ Quise decir gourmets), convirtieron en desiertos desiertos los salones de los cocineros con pañuelo pirata y patillas estilizadas hasta la barbilla.
Se jodió la Tecnoemoción y tuve que... El resto ya te lo imaginarás.
“No siempre escapa el que huye” me decías cuando te insinuaba mi intención de abandonar la causa . Aunque de todos es sabido que por estas latitudes las prisas y los agobios no existen yo no he perdido mi tiempo. Por lo que te ruego que cojas el primer vuelo que salga para Bahamas y me ayudes a preparan el “X Campeonato de Piña Colada del Caribe”.

Un fuerte abrazo de tu amigo.

RGS

PD.
A Rafael, ese canalla/genial vestido de Prada que una noche alicantina de gintonics y ginfizzes me hizo creer que se acababa el mundo.