¿Entiendes?
No entiendo nada. Ha sido sentarme al mediodía en casa, ponerme con un Rochefort de Rochefort y llevarme la sorpresa. José Bono dice que dimite. Por lo menos eso dice él. Esto de la política es curioso. En cuanto menos te lo esperas te pegan la patada, bonitas palabras y si te he visto no me acuerdo. Es todo muy difícil de entender, y más aún según la emisora de radio que escuches. En la COPE dirán que es a causa de sus encontronazos con compañeros de partido por el Estatuto catalán, y en la SER dirán que anhelaba el poder llevar a sus hijos al colegio (curiosamente, versión que coincide con la del ex-ministro). Y es que, repito, hay cosas que no se entienden.
Entender según la RAE es “tener idea clara de las cosas”. Y esto es aplicable a lo absoluto, a lo tangible, a lo objetivo. Es harto complicado poder entender algo subjetivo. Xavier Agulló definió en su momento este movimiento (considerémoslo de movimiento) formado por una serie de personas que acuden a los restaurantes en busca de experiencias orgásmicas a la primera de cambio sin tener ni la más mínima idea de nada. Gastro Victims se llama la nueva tribu urbana. De los mods a los skin heads, y de los skin heads a los gastro victims.
Hoy mismo estaba de camino a casa y entraban un par de chicas vestidas a la última moda en un restaurante que se llama Basmati. ¿Cuál ha sido su comentario? “O sea, que nombre tan original”. Contestación de la amiga: “O sea, total”. Y esta tribu urbana ha acuñado una jerga que se extiende por lo ancho y largo de la nación, estado, nación de naciones o como se quiera llamar que es España. Pero... ¿cuál es la frase más repetida? Ésta: “Este plato no lo entiendo”. Tratemos de definir este concepto.
Si se realiza esta afirmación con esta connotación de “no comprensión” se pueden extraer varias conclusiones. De entrada se está dando a entender que el individuo que dice esto se autodefine como una persona con dificultades evidentes para comprender algo y/o se autorebaja como individuo otorgándole al creador de “ese plato incompresible” una capacidad intelectual superior a la del comensal. Quizá sea, la manera fina y educada de expresar “este plato no me ha gustado”. Pero, caramba, queda mucho más chic decir que un plato no se entiende.
Evidentemente, en muchas ocasiones para poder gozar, disfrutar y saborear al 100% un plato se ha de poseer una memoria gustativa desarrollada y conocer la tradición culinaria de la zona en la que está ubicada el restaurante. Eso es indudable. Pero si el plato es sabroso gustará (o se entenderá, empleando la jerga) con independencia de si conozco o no el plato original en el que se ha inspirado un chef a la hora de crear.
En fin, que creo que existen muchos restaurantes en los que se requiere un conocimiento de la tradición y un bastante de memoria gustativa pero me fastidia mucho tener que oír esta frase que es tan habitual. “Este plato no lo entiendo” suele ser sinónimo de no me ha gustado pero voy a quedar de lujo con los que me acompañan en la mesa.
Si estuviera en un error le propongo a Rafael García Santos que instaure un nuevo premio para el próximo Congreso: el Premio al Plato más entendido, que podría estar patrocinado por el Ministerio de Cultura. Así, veríamos por el Kursaal a la ministra más glamourosa del Gobierno, vestida por Modesto Lomba, entregando el galardón al plato, seguro, que más hubiera gustado a lo largo del año.
El único problema es que, a lo mejor, en noviembre ponemos la televisión otra vez y nuestra carmen Calvo, patrona del entendimiento, ha cesado en el ejercicio de su Cartera ministerial. Esto sí sería difícil de entender. Los platos, por norma, gustan o no gustan.