Aunque los propios protagonistas no se percatan plenamente, el restaurante Girol ha experimentado un importante cambio conceptual y técnico desde su creación en el año 2006. Entonces, la familia compuesta por Antonio Carmona, Josefina Arana y sus dos hijos Antonio y Juanjo, que actúan en la cocina al alimón, construyeron con sus propias manos el restaurante de sus sueños.
Y ahora, aunque la crisis económica hace ya tiempo que se instaló en la zona, esta entusiasta familia conserva íntegra la ilusión con la que empezaron y donde la cocina contemporánea de Antonio y Juanjo, rebosante de creatividad y sentido común, ofrece emotivos platos, técnicamente irreprochables, que incluyen insospechadas armonías basadas en el inteligente manejo de las sensaciones trigeminales astringentes de los taninos, el picante, el alcohol y las temperaturas de servicio.
Por este motivo resulta casi imprescindible acogerse a la sinfonía de sabores y texturas contenida en el ajustadísimo menú degustación a 49 euros, que comienza con la deliciosa crema de yogur con mostaza verde, aguacate y flor del nabo; prosigue con un interesante frío-caliente de caracoles con tomate semiseco y crema de piñones y estalla en mil sensaciones con las maravillosas castañas delicadamente ahumadas con huevas de salmón y tuétano, que representan un magnífico ejercicio de dignificación de los más humildes ingredientes de la serranía mediterránea.
Además, muy buenas gambas en manzanilla y limón, apenas tocadas por el calor, con sémola de trigo y pesto; un espléndido langostino en gazpachuelo malagueño, al que la adición de un exquisito toque de jengibre transforma en una nueva sopa fría, y dos composiciones de pescados de primerísimo nivel: el brillante salmonete al carbón con arroz y algas, que firmaría cualquiera de los grandes chefs contemporáneos, y el desconocido bodión (un sabroso pescado local) con taquitos de patata escabechada.
De las carnes destacar la presa ibérica con papas arrugás y mojo picón, perfectamente hecha en horno de vapor durante 8 minutos que cuestiona y mucho el empleo sistemático de la cocción a baja temperatura. Entre los postres, resulta verdaderamente sublime el de naranja agria con Campari y sorbete de mango y muy delicado el de bizcocho jugoso de enebro con sorbete de fresa; entre otras opciones gourmands se encuentran las fresas con requesón y naranja cachorreña.