Felipe Gutiérrez de la Vega ha llevado el moscatel de Alejandría a su máxima expresión, al elaborar un vino licoroso de enorme singularidad y complejidad, a la vez que fácil y elegante. Se expresa como en él es habitual. La variadad multiplica sus infinitas fragancias - ¡Qué poder aromático! - que además resultan seductoras y envolventes, promoviendo sueños: hinojo, menta, espliego, jazmín, melocotón y, sobre todo, uva, que se convierte en esencia al paladar ¡Qué concentración!¡Qué densidad! Dulzura aromática y refrescante, mostrando una matizada acidez y cierta calidez. Crió 12 meses en barricas de roble, con una producción de 24.000 botellas. Se comercializa en formato de medio litro.