No ha sido Galicia tierra fácil de conquistar para los "comanches" nipones. La cocina en crudo, la desnudez y naturalidad, más allá de los mariscos, más allá del frescor originario del producto, entendido como un concepto llegado del lejano oriente, ha sido vista con demasiados prejuicios en ojo ajeno, aunque la paja en tu ojo no te deje ni ver. No me gustaría levantar ningún debate al respecto en esta ocasión, sino más bien poner en contexto la situación del empresario y la oferta que presenta en su flamante local. Overa es un traslado al centro de la ciudad de A Coruña, con su correspondiente ganancia en comodidad, en espacio y situación, de la taberna Hokuto que tantas enchentas de gloria gastronómica brindó al valeroso y curioso comensal. Hokuto definirá en próximas fechas cual será el rumbo a tomar, quizás un concepto japonés más delimitado, Ramen, Yakitori… unido a su oferta actual de cócteles y una pequeña carta de grandes bocados. Y a Overa, le corresponde, por derecho propio, ocupar un vacío de inexistencia en la ciudad, casi diría en la comunidad (con la excepción de Andrés Medici en Vigo, obviamente Casa Marcelo dentro más de la idiosincrasia regional), de establecer un restaurante de vertiente japonesa, en este caso con sangre gallega, de alta calidad y suma frescura. Porque la culinaria de Carlos Pérez ha bebido de grandes maestros como Ricardo Sanz y el propio Marcelo Tejedor. Quizá esta fusión de caracteres definen cuasi a la perfección, con ese plus de un cocinero que demuestra personalidad en sus ejecuciones, la obra del coruñés. Una cocina de formas japonesas con fondos gallegos. Bocados delicados a la vez que sabrosos, livianos y golosos, frescos y trabajados, introvertidos y divertidos. Inteligencia, reflexión y ocurrencia. Una cocina a dos bandas. Un marcado carácter gallego con la sutileza del país oriental.