Nada
Nada. La nada. El vacío. Y la plenitud interior. La introspección generada por la ausencia de estímulos externos es el arcano último para el nacimiento de una vida íntima, secreta, remota, alejada del mundanal ruido y proclive a descubrir olvidadas esencias.
Pero, diréis, ¿esto qué es? ¿De qué nos habla este tipo? ¿Se habrá comido la seta equivocada?
No. Hablo del hotel Les Cols, de unos pabellones que, desde hace pocos meses, complementan el famoso restaurante de Olot y ofrecen una experiencia mística, interior. Puro budismo Zen.
No, tampoco son los gin tonics. El hotel Les Cols no es de este mundo. Por tanto, sólo se puede alucinar allí. Nada que ver con nada. En corto: cubículos de cristal transparente-verdoso colgados en el espacio y completamente perfectos, es decir, sin nada que sobresalga de suelo, paredes o techos. Nada. ¿Y los grifos, y los armarios, y los pomos de las puertas, y las persianas…? He dicho nada.
Los cubos, construidos en cristal y elevados sobre el suelo de piedra negra, disponen de dos jardines vacíos, sólo roca volcánica, un baño y una metáfora de cama. No hay sillas, no hay tele, no hay mesitas. Es el retorno a la nada primigenia: sólo la naturaleza, que se expresa con el verde de algunos árboles y con el inmenso cielo (cosmos por la noche) encima. Todo transparente.
La infinita desnudez del espacio, que tampoco incorpora luz (excepto unos diminutos leds en el techo de la habitación y el baño, inútiles para, por ejemplo, leer), porque estamos sólo con nosotros mismos, antes de que nuestra iconosfera se creara, va descubriendo los recodos. Si aprieto aquí, se abre un angosto armario. Presionando allí un minibar con agua. Tocando allá una pantalla digital que permite controlar la climatización y el cierre total del paralelepípedo mediante invisibles cortinas eléctricas. Unos rectángulos verdes y fosforescentes pegados al suelo, en la inmensidad del cristal, simulan ahora el espacio para tirarse. Más tarde, serán la cama.
Deslizando un panel, el baño. Una mesa plana, de la que empieza a manar agua horizontalmente cuando nos acercamos, es el lavabo. Incorporada a la pared, la taza. Más allá, reflejándose en infinitud de destellos y transparencias, el jardín. En medio, como un espejismo improbable, una lámina de agua silenciosa: la ducha y la bañera, con piso de piedras fluviales, confundiendo horizonte con el suelo de cristal.
Y nada más.
Sólo disfrutar del verde, del azul y, por la noche, de las estrellas o la lluvia. En total transparencia con la naturaleza.
Por la mañana, el desayuno, en la cama, o en el suelo. Y la luz que inunda el todo que es la nada.
Y nosotros, que ya somos definitivamente distintos.
Hotel Les Cols
Dirección: Mas Les Cols, carretera de la Canya, s/n
Teléfono: 972269209
E- Mail: restaurant@lescols.com