32 Albariños

Acabo de llegar de la fiesta del Albariño, en Cambados. Y aparte de certificar una vez más el gusto general por la fiesta que existe en cualquier rincón de nuestro país, a la vez que el insobornable fervor por el gin tonic de críticos y personalidades del sector gastronómico en general (y ahí me incluyo, aunque no parece hacer mucha falta: el otro día el energúmeno que regenta el restaurante Melton, de Barcelona, estuvo a punto de agredirme por haber comentado que la burrata estaba pasada, y su frase definitiva fue “¡los periodistas sólo sabéis beber!”), quisiera plasmar aquí, tras haber participado en la larga y densa cata que, cada año, otorga el preciado premio a los mejores albariños, la buena salud de nuestros vinos, en este caso los Rías Baixas. Sí, sí, ya sé, Francia, Italia… En todo caso me importa hablar, no tanto de algún gran vino recóndito, de un descubrimiento asombroso, que, seguro, encontraría más fácilmente en aquellos países, sino de una base, de un savoir faire general, de una tendencia irremediable que, poco a poco, nos está llevando a escalones superiores de esta alta torre que es el universo mágico del vino.
En Cambados, y después de probar 32 albariños (¿o fueron 64? Je, je, es broma), la opinión, esa opinión global, genérica, no la podría tener mejor. Aparte algunas cosas, pocas, demasiado comerciales, demasiado edulcoradas, demasiado adocenadas, el grueso de la participación me pareció de un interesante nivel fundamental. Lógicamente, después, con el matiz más a menos afinado, llegamos a los inevitables cinco o seis más llamativos. Esto es así, pero realizando el pertinente zoom histórico, por ejemplo de los últimos 20 años, la edad de la DO, observaremos un incremento general de calidad (tanto en la viña como en la bodega) que permite, hoy, disfrutar de algunos albariños “no precisamente del año” de más que cromáticas cualidades, además de un amplio panel de vinos más de consumo perfectamente asumibles por narices y paladares sofisticados.
Constatémoslo, con alborozo, deleitándonos con los ganadores 2006: Gran Novás, Dona Rosa y Gundián.