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Bar del Puerto


Centollo cocido
Pays: España
Localité: 39003 Santander (Cantabria)
Adresse: Hernán Cortes, 63
(+34)942215655
Jours de fermeture: Domingos noche y lunes, salvo verano.
Prix à la carte: 55/80 €
Prix menu de dégustation:


 Restaurante costumbrista donde los haya al que acude el público más clásico y adinerado de la ciudad y del país. Las instalaciones, en un lugar privilegiado en medio de Puertochico, tienen clase y están en consonancia con la filosofía de la casa. Hay que reservar las mesas que están junto al ventanal desde las que se contempla la bahía y el Club Náutico.
La casa tiene un producto excepcional y es ahí donde hay que incidir para comer opíparamente. Las preparaciones son evidentemente tradicionales y populistas, tanto en puntos de cocción como atrezos, sean salsas o guarniciones. No esta demás aclarar que le cuezan o planchen un poco menos los pescados.
Especialmente relevante es el apartado de mariscos, más por la calidad y frescor que por la variedad. Lo que se ofrece es siempre estelar. Notabilísimo el centollo y, en muchos casos, sobresaliente, que se ofrece cocido y preparado, listo para apreciar sus sibaríticas carnes y su descomunal jugo. Repetimos, notable alto asegurado y posiblemente sobresaliente; igual sucede con los percebes y almejas, que se exponen en la parte inferior, al fondo del bar, por lo general descomunales de tamaño. Es una grata obligación echar un vistazo al expositor y decidir en función de la facha y de las recomendaciones del propietario, un personaje muy ético, muy a la antigua usanza, un verdadero señor. Los bueyes de mar, las cigalas de tronco, los camarones y las nécoras atraen también todas las miradas y “nunca defraudan”.
Las anchoas en aceite están en similar nivel y los calamares rebozados, aunque fritos en freidora, como todos los de este país, son fenomenales, con la justa harina y nada aceitosos, siendo el producto fresquísimo, con carnes tersas y sabrosas. La sopa de pescados y mariscos es más que honesta venerable y si solicita que se la refuercen con almejas y algo más puede constituir un caldero antológico. Un plato principal manjaroso y copioso. Pantagruélicas las almejas a la marinera, piezas soberbias ahogadas con una salsa roja en la que hay aceite, ajo, mucho tomate y un toque de pimentón de la Vera,  para comer a cucharadas o sopear, con independencia de que sea la que más le va a tan delicado molusco.  En verano la estrella son los chipironcitos con cebolla y pimiento verde, un guiso rústico – no se limpia el interior – de gran predicamento, que sale triunfal dada la bondad de la materia prima en escena. A las kokotxas al pil pil les sucede otro tanto, el genero es estelar, la hechura larga y la salsa gorda y sabrosona; pese a la ejecución convencen, y bastante. En fin, un restaurante, que si el comensal sabe donde debe poner el ojo, resulta harto convincente.