Un inmenso y monumental château en el que Paco Gómez, un personaje, un grandioso personaje hecho a sí mismo, experimenta una manera de entender la bodega y el vino. Todo resulta espectacular: el concepto, las formas, los resultados... nada deja indiferente en este proyecto y en sus distintas etiquetas.
Como testimonio, este blanco, uno de los mejorcitos del país, por sociologia y nobleza. Desbordante en nariz, por intensidad, franqueza y personalidad, con sensaciones florales, herbáceas y, sobre todo, frutales, inmensamente frutales y, también, minerales. Muy en consonancia en boca, con neta presencia de maracuyá, lima, piña, manzanilla, tierra, frescor... muy varietal. Corre fácil y aromáticamente con una identidad desbordante ante la que no cabe la indiferencia.