Paisajes sagreños

Cuando un artista hace algo diferente o extraño normalmente se le tacha de loco, si se le suma otro, será una tendencia, pero si son tres o más los que la montan, será una Moda. Y es que, están de actualidad cada vez más los paisajes como representaciones gastronómicas.

Muchos recordaremos legendarios platos como el decimonónico postre de "La Isla Flotante", o aquel otro que rememoraba el cuadro de los Girasoles de Van Gogh; hecho a base de angulas por el cocinero vasco, Iñaki Izaguirre. O el que Stéphan Guerin creó en la añorada "Gastroteca de Stéphan y Arturo", que consistía en un tartar a base de magret de pato, coronado con un ninibouquet de brotes vegetales a modo de felpudo y con un grano de granada como epicentro.
Arturo nos explicaba este plato con fruición, haciéndonos comprender que se trataba ni más ni menos que de un coño... En concreto "un coño granaino", nos espetaba Arturo.
En las repetidas ocasiones que disfruté de este plato en el restaurante de Chueca, siempre frente al paisaje (¿o acaso el monte de Venus no es tal cosa?) había un momento de reflexión en el que mi mente esquizofrénica me sugería dos pensamientos biformes: "¿Me estoy comiendo un coño? o ¿Qué coño me estoy comiendo? "(perdonadme S & A).

Y es que, los cocineros del siglo XXI (algunos) la han tomado con el tema paisajístico y me hacen ver- y comerme- paisajes desérticos, marinos y hasta lunares... Que me hacen quedarme en cuadro y sentirme como cuando Billy Cristal le pregunta al jefe mafioso encarnado en Robert de Niro en el film "Una Terapia Peligrosa": ¿Qué le parece esto?- mostrándole una cartulina del test de Rostchard con unas formas impresas en tinta al estilo de la etiqueta de " El Regajal"-
- De Niro contesta- ¿Uuuun murciélago?...
-¡No,no! ¿Una comadreja?...- continúa.
¡Ya sé! Una murcieladreja- remata.

A la inversa, en otros campos artísticos (pongamos la pintura) ya hicieron de las suyas genios como Archimboldo, convirtiendo las frutas al óleo en deliciosas facciones.
En la arquitectura; aunque no sea el deseo inicial del arquitecto, -el pueblo llano ya se encarga de poner el nombre a las cosas-, los bautismos gastronómicos se dejan ver; así por ejemplo en Madrid tenemos "El Piruli","El Pozo del Huevo"...

Mi hermano Pepe que es de un socarrón natural, el otro día y en apenas unos segundos le afloró la inspiración y montó en un plato sopero a modo de caldo; una infusión de hierbas con un polvo helado de cacao rodeando el líquido y lo terminó con una quenelle de helado de miel.
Enseguida llegó la explicación: El plato se llamaba "La Charca Sandalio (nombre del propietario q.e.p.d.)". La charca en cuestión no era ni más ni menos que uno de los muchos sacatierras para las cerámicas de ladrillos colindantes, habituales en nuestra zona de La Sagra, y donde en época de lluvias se acumulaban aguas, hasta algunas veces se criaron ranas e incluso peces. Allí él y yo solíamos ir a pescar de niños.
Dada la explicación, yo había entendido perfectamente que la infusión de hierbas representaba el agua verdosa y estancada de la charca, y que el polvo helado eran las orillas arcillosas de la misma, pero lo que no entendía era que se suponía que era la quenelle de helado de miel. Y angustiado se lo pregunte, a lo que el me respondió:
"¡La Hormigonera, COÑO!"

Diego Rodriguez Rey