LAS TRINCHERAS (A XAVIER AGULLÓ)
Sr. director:
Creo sinceramente que un medio como el que usted dirige no debería consentir que las personas que habitualmente firman editoriales salpiquen sus opiniones con insultos. Uno pudede disentir de lo que otros opinan, pero no se debe caer en la descalificación y el menosprecio. Yo estoy en las antípodas del fundamentalismo que parecen destilar las palabras del Sr. Agulló, sin embargo respeto y valoro las opiniones de este reconocido crítico gastronómico.
En cuanto al fondo de lo expresado por el Sr. Agulló en su editorial "Sayonara, Santi Santamaría" comenzaré por defender el criterio literario del Sr. Millás. No sé muy bien a qué se refiere D. Xavier al decir "bolo de oficio" pero si se trata de acusar a D. Juan José de rendirse a las dietas por formar parte del jurado que concede el premio de ensayo al Sr. Santamaría, definitivamente no conoce al autor de "Dos Mujeres en Praga".
Al Sr. Santamaría le llueven en su escrito todo tipo de improperios. ¿Y por qué? Porque opina distinto de D. Xavier . Y esa, Sr. Director, no es razón suficiente para consentir insultos. Yo también estoy en desacuerdo con el pensameinto político de Gianfranco Fini, por poner un ejemplo, y no por ello me voy a dedicar a manchar su honor con epítetos tan gruesos como embustreo o falsario. No hay en todo el escrito del Sr. Agulló un solo argumento que contradiga lo expresado por el Sr. Santamaría. Y lo triste es que estoy convencido que la altura intelectual de D. Xavier podría proporcionarnos un interesantísimo debate sobre distintas filosofías en la restauración, sobre la aproximación que un comensal cualquiera hace al fenómeno gastronómico o sobre la ética misma del autor culinario.
Verdaderamente triste resulta la reacción de aquellos que se han visto aludidos por la opinión del Sr. Santamaría. Si alguien criticara mi quehacer profesional no pensaría inmediatamente que quiere tumbar mi negocio. La vanguardia culinaria española no está al pairo de la opinión de uno u otro. Si eso fuera así sus fundamentos serían endebles; y eso no lo creo. Ahora bien, tampoco pienso que la evolución gastronómica tenga un único destino. Más bien pienso que los cocineros son seres que han de estar comprometidos con la felicidad de quienes se sientan a sus mesas. Que este fin puede ser conseguido con medios bien distintos. Y que tan respetable es el camino emprendido por D. Ferrán Adriá, como por D. Andoni Luis o como, por supuesto, D. Santi Santamaría.
El fenómeno culinario es un elemento cultural inseparable del progreso humano; es fruto cierto de la Civilización. Hijo legítimo también de esta es el respeto y la aproximación crítica a la opinión de quien no piensa como uno. En gastronomía y en lo que sea.
Basta de trincheras
Alicante