Luis Padín es un entusiasta del vino. Más de veinte años dedicado con pasión al vino gallego le han dado infinidad de satisfacciones. El estudio nace por auténtica devoción; poner en valor algo que lleva más de dos milenios olvidado.
Preparando el Máster en Viticultura y Enología, en una simple nota leía que existía un lagar rupestre en la zona de Monterrei. Hace un par de años se sentó encima del mismo...Y hasta día de hoy ya aparecieron más de una treintena, pero seguramente encontraremos muchos más.
No les hemos prestado la atención debida a una fuente de riquezas y modo de vivir del pueblo gallego. Varios Congresos Mundiales ya se han realizado en España con esta temática y hasta este estudio desconocíamos los gallegos. La mayoría de estos últimos tienen seguramente alrededor de 2000 años, mucho más antiguos que la mayoría de los que encontramos en otras zonas como La Rioja, y similar datación a los portugueses. El propio sector aún no los ha puesto en valor. Unas construcciones que de por sí lo poseen. La mayoría de las bodegas son iguales; la diferencia está en la historia, su patrimonio. En Galicia se tiene y han vivido de espaldas a él. El creciente turismo enológico posee unos pilares nada explotados ni respetados en el Noroeste Peninsular.
Estos Lagares no son literatura. Son la prueba física de que en el pasado elaborábamos vinos. Cierto es que los Romanos introdujeron la viticultura de forma masiva, pero ya bebíamos vino antes de que estos invadireran nuestras tierras.
Esta historia impresa en granito nos habla de los orígenes del cultivo y de la elaboración de vino en Galicia. Sólo la dureza y resistencia de nuestro mineral eterno hace posible que hoy podamos contemplar cómo nuestros ancestros afrontaban esta tradición milenaria.
Así lo explica Luis:
¿Qué son los Lagares Rupestres?
Son las bases de prensas para el aplastado (pisado) de la uva u otro fruto (aceituna, manzana, zarzamora) excavadas en afloramientos de roca natural.
¿Qué uso se les atribuye?
Los más sobrios serían utilizados para estrujado directo de frutos y bayas, o bien podría ser empleado para la obtención de grasas vegetales o animales. La mayoría de ellos estarían destinados en un principio para la elaboración de vinos blancos y/o claretes (pudiera ser que también aceite). En algunos se realizaron posteriores adaptaciones para poder elaborar vinos tintos.
¿Cuál es el origen de su estudio?
La referencia escrita en la “biblia” de la viticultura, “Tratado General de Viticultura” de D. Luis Hidalgo, sobre la existencia de un posible lagar de origen romano en la comarca de Monterrei, desató en mí la búsqueda de lo que entendía como la prueba evidente de la milenaria tradición vitivinícola de Galicia. Al no encontrar más que vagas referencias en las diferentes administraciones, retomé la búsqueda a través de vecinos y apasionados aficionados a escudriñar en nuestro ancestral pasado. En los últimos meses y de la mano de estos entusiastas colaboradores los hemos ido redescubriendo. Por sus ubicaciones, diversidad de formas, múltiples huellas y comparando con los existentes en otras zonas (Rioja, Portugal, Extremadura, etc.), todo ello nos hace creer que han sido diversos los usos que se les han dado (elaboración de mostos, vinos blancos, vinos tintos, aceites, etc.) y que corresponden a diversas épocas. Ahora es el momento en que a través de estudios de arqueología, polen y semillas se pueda determinar con certeza sus dataciones.
¿Qué tipología tienen los de Galicia?
Los encontrados responden a diferentes morfologías: circulares, ovoides, prevaleciendo las formas rectangulares. Están provistos de numerosos rebajes, canales, piscinas, etc. El más pequeño ocupa un área aproximada de 1,50 m2, y el de mayor tamaño abarca una superficie de 40 m2.
¿Dónde se ubican?
Se encuentran en zonas donde la altitud, orografía y clima son propicios para el cultivo de la vid. Muchos de ellos están situados en los actuales lindes de viñas. Al contrario de como ocurre en otras zonas, aquí siempre se localizan en las inmediaciones de antiguas poblaciones castrexas o de villas romanas. He localizado y asignado coordenadas a más de 29 estructuras entre lagares y lagaretas, teniendo constancia de la existencia de una veintena más.
¿De qué época son?
Lamentablemente al no estar en su mayoría inventariados y al no existir estudios de polen o de pepitas asociados, no se puede precisar su datación. Sin embargo, los estudios arqueológicos de lo existentes en Portugal podrían situar los orígenes de estos en la Edad de Hierro-Época Roma; y los más primigenios, atendiendo a sus estructuras y a un entorno con abundantes grabados rupestres de origen castrexo, datarían de finales de la Edad de Bronce. Pero todavía no existen pruebas concluyentes
¿Qué representan?
Constituyen la prueba fehaciente de la tradición milenaria de la elaboración de vino en Galicia. Son, así mismo la “documentación” de las gentes que habitaron esos territorios. Ellos, su entorno y sus topónimos, nos hablan de cómo eran y vivían nuestros ancestros; seguramente estas arcaicas estructuras, eran focos organizadores del territorio y en torno a ellos surgirían nuevos núcleos urbanos. Son, por lo tanto, no sólo un patrimonio de primer orden por su antigüedad milenaria, sino también un referente de las actividades económicas, culturales y de ordenación geopolítica.
¿Qué valor tienen?
Además del intrínseco al patrimonio y a la reafirmación cultural, constituyen un atractivo reclamo turístico para los propios municipios. Y en lo concerniente a la vitivinicultura, en un mundo donde no hay diferencias sustanciales entre las bodegas, la historia es un valor diferenciador y parte esencial del enoturismo.