Érase una vez dos hermanos con unos padres que tenían una frutería y una marisquería en la ciudad de Barcelona. Los niños pasaban largas horas con su abuelita Catalina, una gran cocinera que les sedujo con su sencillez. A los catorce años la hermana mayor, Beatriz, los llevó a una escuela de cocina llamada Arnadí. El hombre que les atendió les aconsejo olvidarse del tema, la hermana insistió tanto, que Josep Lladonosa i Giró, decidió darles una oportunidad, unos meses de prueba.