Un monastrell perfectamente concebido que, preservando la identidad de la variedad y del territorio, Yecla, ha evolucionado sustancialmente hasta refinar y modernizar en todo lo posible y más, las cualidades del producto. Impera precisamente la frutosidad, fruta negra, ciruelas principalmente, también casis, muy madura, con recuerdo a compota, sin que apenas se sienta la madera, donde permaneció seis meses. En boca reproduce el estilo, mucha fruta y tenue presencia de la crianza, impera la viva, los tonos amargos, hay tanicidad pulida, también cierta calidez... corre fácil y deja constancia de su ser.